viernes, 15 de marzo de 2024

Matutino, no me mires que te meto

¡Buenos días!

Tengamos la fiesta en paz, dejad que siga durmiendo esa latente violencia que ronronea en todos nosotros, pues la primavera ya se siente, y es absorbida por todos los poros de nuestra piel, por lo menos de la mía, en esta neblinosa mañana que ahora despierta conmigo, en una soleada jornada con nubes en la que se esperan 19ºC de máxima por los madriles. Así, con este dulcísimo clima, no vayáis a pensar que mi cándida mirada es desafiante, que todo está en vuestra cabeza, no os dejéis llevar por la violencia gratuita, que lo acabaréis pagando.

Antes de ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Vincent debe morir" ("Vincent doit mourir", 2023), de Stéphan Castang, y con Karim Leklou y Vimala Pons. Es el primer largo de este director francés.

Vincent es un anodino trabajador en una empresa de diseño gráfico. Un día, sin motivo aparente y de modo repentino, es agredido físicamente y con virulencia por el becario que trabaja con él. La cosa no va a mayores, pero al poco otro compañero de trabajo hace lo mismo. Y también algunos de sus vecinos y otras personas totalmente desconocidas con las que se cruza por la calle o al ir a comprar. Totalmente desconcertado con tanta violencia sufrida, que va a más, tratando de entender el porqué de tanta inquina contra él, decide huir a una aislada casa de campo familiar para refugiarse del mundo.

Muy buena película (nota: 7), de muy originales planteamientos, que podría parecer de zombis pero en la que no hay zombis, al menos zombis al uso (cinematográfico), pues los humanos pueden tornarse en ellos (unos cretinos cegados y poseídos por la violencia) y estos volver a la humanidad, según les dé el aire, que me hizo reír unas cuantas veces con sus situaciones absurdas y su humor negro y macabro, sorprendente para mí, con algunas brutales escenas, muy breves ramalazos, y que también incluye hacia el final una muy peculiar historia de amor, de amor-odio más bien, dicotomía siempre moviéndose entre muy difusos límites, aunque amor en definitiva. También puede verse como una reflexión sobre estos tiempos de crispación que vivimos.

Por eso de que aquí la violencia se desata, bastante aleatoriamente, cuando dos personas cruzan sus miradas y una entra en obnubilado trance que la transforma en despiadado animal asesino (con perdón para los animales, incluidos perros de presa), me trajo a la mente la famosa canción del grupo Golpes Bajos "No mires a los ojos de la gente" (1983), leit motiv de una película española que vi hace año y pico, "No mires a los ojos" (2022) de Félix Viscarret.

Así que la primera cita de sabiduría ajena, antes de que tenga que morir este matutino entre besos y abrazos, son unos versos de esta canción, a la que junto con el resto de frases espero miréis con buenos ojos:

 - "No mires a los ojos de la gente
Me dan miedo, mienten siempre
No salgas a la calle cuando hay gente
¿Y si no vuelves? ¿Y si te pierdes?
Escóndete en el cuarto de los huéspedes
Con todo a oscuras no pueden verte
Las calles se van llenando de gente
En mi escondite puedes quererme
Puedes quererme
Quédate a mi lado
No lo pienses más [...]".  (Germán Coppini & Teo Cardalda).

 - "Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti".  (Friedrich Nietzsche).

 - "Vive de manera que puedas mirar fijamente a los ojos de cualquiera y mandarlo al diablo".  (Henry Louis Mencken).

 - "El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada".  (Gustavo Adolfo Bécquer).

Besos y abrazos,

Don.

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