viernes, 20 de enero de 2023

Automática amistad matutina

¡Buenos días!

Podría decirse que como un autómata vuelvo a entrar otro día más en mis bien amados matutinos, a tratar de darles forma e insuflarles la vida, que la inteligencia, no sé si artificial, la irán cogiendo de carrerilla, naturalmente, que son la mar de espabilados, no tanto como yo, todavía demasiado somnoliento y legañoso como para tratar de impedirles casi nada, aunque con mi piloto automático algo voy logrando entretenerles. Y los quiero tanto que les dejo a su albedrío nada más amanecer la jornada de hoy, lejos ya de la helada, no tan fría ni de invierno como las anteriores, con algo de viento que ni pincha ni corta, nada que ver con el gélido de ayer, y con nubes, no tan grises como las de la tarde pasada. La máxima prevista para hoy por los madriles será de 13ºC, gracias al solecito que asomará a partir del mediodía.

Antes de ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Brian y Charles" ("Brian and Charles". 2022), dirigida por Jim Archer, y escrita e interpretada por David Earl y Chris Hayward (Brian y Charles respectivamente). Es el primer largo de su director, ampliación de su corto homónimo de 2017.

Brian vive solo en una aislada casa de campo de una pequeña aldea galesa. Es un tipo estrafalario que se encuentra deprimido, por lo que para tratar de animarse se pone a construir con chatarra diversos cachivaches, de casi nula utilidad y que no suelen funcionar. Un día decide fabricarse un robot para que le haga compañía y le ayude con las tareas domésticas. El día que lo termina, le da al interruptor de encendido y no funciona. Se va a hacer unos recados al pueblo, y cuando regresa de noche, bajo una gran tormenta eléctrica, se encuentra con que el robot ha empezado a funcionar solo. Ambos se ponen de acuerdo en que se llamará Charles.

Buena película (nota: 6) esta simpática y muy extravagante comedia, digamos que marciana, que da un poquito que pensar, y con maneras de falso documental en el que el protagonista interpela a la pantalla contando su historia a unos presuntos periodistas conforme la va viviendo. A través de la relación de íntima amistad entre el humano y su robot, creación que cada vez va exigiendo mayor autonomía e independencia de su creador conforme va pasando aceleradamente por las naturales etapas vitales, a saber, curiosa infancia, inquieta y rebelde adolescencia, etc., lo que va provocando cada vez mayores inconvenientes a ambos, se nos habla de varios temas, del aislamiento, la depresión, la amistad, el amor, el acoso y varios otros más. Al final se destila eso de que para querer a alguien de verdad tienes que darle cierta libertad. Tiene cierto aire de Frankenstein, no del degenerado mito cinematográfico, sino del de la novela romántica (1818) de Mary Shelley. Además, por esto y por aquello, me recordó tangencialmente a varias películas ya vistas de tema similar en su partida, entre ellas "Lars y una chica de verdad" ("Lars and the real girl", 2007) de Craig Gillespie, y "Air doll" ("Kûki ningyô", 2009) de Hirokazu Kore-Eda.

Ahora, casi sin pensarlo, instintivamente, porque mis circuitos neuronales así me lo indican, me sale el poneros unas citas de sabiduría ajena, de las que soy gran amigo:

 - "Cuanta más gente encuentro, más feliz soy. Con la criatura más insignificante, uno aprende, se enriquece, saborea mejor su felicidad".  (Samuel Beckett).

 - "Para pequeñas criaturas como nosotros la inmensidad es soportable solo a través del amor".  (Carl Sagan).

 - "Pero a un personaje no se le da vida en vano. Criaturas de mi espíritu, aquellos seis vivían ya una vida que era la suya propia, que había dejado de ser una vida que ya no estaba en mi poder negársela".  (Luigi Pirandello).

Besos y abrazos,

Don.

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