lunes, 9 de enero de 2023

Cantarín matutino que ni ríe ni llora

¡Buenos días!

Dicen que de ir tanto el cántaro a la fuente este acabará por romperse, lo que puede provocarnos dos estados emocionales aparentemente contrapuestos, o lloramos por su pérdida o nos descacharramos de risa por la torpeza. Pero hoy no estoy ni por lo uno ni por lo otro, porque este cacharro matutino que hoy me traigo entre manos (y teclas) se me ha puesto a tararear cancioncillas pegadizas que no salen de mi cabeza y no sé si acabarán por recomponer el cántaro (por eso de lo pegadizo, digo yo) y nada de lo que acabo de decir tiene sentido... bueno, nada o casi nada de estos matutino lo tiene a veces para mí. El caso es que, tras las lluvias de este fin de semana, que no sé si habrán podido colmar el cántaro por fin recompuesto, más bien creo que no, aunque si es cantarín quizá sí que lo hayan logrado, hoy parece que quiere volver a salir el sol. La máxima prevista para hoy por los madriles será de 15ºC.

Hace unos días, durante las vacaciones de Navidad, estuve viendo, no en el cine, sino en la televisión, una clásica película, un musical. Se trató de "Sonrisas y lágrimas" ("The sound of music", 1965), de Robert Wise, y con Julie Andrews, Christopher Plummer, Richard Haydn, y Eleanor Parker. Está basada en un musical teatral e inspirada en un hecho real. De su director, ya fallecido, había visto algunas otras de su filmografía a lo largo de mi vida, más bien en mi adolescencia y primera juventud, y todas en televisión, aunque esta famosísima que hoy glosaré todavía no la había visto pues la esquivaba al suponer que me daría alergia, tanto por ser musical, género que en general me gusta poco, como por ser bastante melosona (la mayoría de los musicales me lo parecen) y atentar contra mi diabetes cinéfila.

Año 1938 en Salzburgo (Austria). Una joven novicia, de entusiasta espíritu algo discordante con el circunspecto ambiente del convento en que vive, siguiendo el consejo de la madre superiora, sale de allí para convertirse en la institutriz de los siete hijos de un alto mando militar retirado y condecorado. El hombre, viudo, ha estado criando a sus hijos bajo una estricta disciplina castrense. Aunque los niños la rechazan al principio, gracias a su amabilidad y paciencia, logrará ganarse su respeto y cariño y que la alegría vuelva a esa casa.

Buena película (nota: 6), que no me desagradó (para mi sorpresa) y vi con agrado general, salvo algún momento que otro que no me agradó, quizá sea cosa de que con los años me voy volviendo algo más tolerante al exceso de azúcar cinéfilo, supongo que al revés de lo que ocurre u ocurrirá en mi cuerpo con el azúcar químico. Seguro que si la hubiera visto antes no la hubiera soportado, cuando intuía que no me gustaría y por eso la evitaba. Cada cosa (y película) tiene sus mejores y peores momentos para ser vista. Además, me pareció muy bien hecha; mucho oficio el de su director. Podría deducirse a partir de su título (en español) que es una melodramedia por antonomasia, además de romántica y musical, aunque sería más melo (aunque no tan melosa, siéndolo, como esperaba) que drama, pues este llega muy al final, final esperanzador sin embargo, todo trufado de ligera comedia (algo tontorrona a veces).

Ahora, como no podía ser menos tratándose de la glosa de un musical, es lógico que os ponga como sabiduría ajena unos versos de una de las canciones en español que más me gustan, los relativos a la risa y el llanto, el "Gracias a la vida" de Violeta Parra, aunque la versión cantada por Mercedes Sosa es la que a mí más me gusta:

 - "[...] Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es mi mismo canto,
y el canto de todos que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto".  (Violeta Parra).

Besos y abrazos,

Don.

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