Otra
creación matutina más que saco a la luz a base de los retazos de mis
entendederas, espero que no demasiado desaliñados, tratando de que mis
desvaríos no se me desmanden en exceso, procurando su bienestar de la mejor
manera posible, para que vuelen a su libre albedrío con la mayor de las
felicidades, desde el mismo momento en que los libere en el mundo. El verano
nos ha gestado y parido un día de lo más benévolo, lejos de cualquier engendro
tórrido, con suave sol velado de nubes de gasa más o menos sucia, y máxima
prevista de 26ºC, de lo más agradable, dado de donde venimos.
Hace
unas semanas veía una estupenda película, "Mary Shelley" (2017), dirigida por Haifaa Al Mansour,
que nos narraba parte de la vida de la autora de un clásico de la literatura,
de estilo gótico-romántico, quizá la primera novela de ciencia ficción, "Frankenstein"
("Frankenstein; or, The Modern Prometheus", 1818). Como consecuencia
de ello me prometí leer ese libro, y acabo de terminarlo.
Y antes que nada, os recomiendo encarecidamente su lectura, cuya historia
apenas nada tiene que ver con la del clásico del cine, que vi en televisión en
mi temprana adolescencia, "El doctor Frankenstein"
("Frankenstein", 1931) de James Whale. Y nada con el imaginario
colectivo sobre el monstruo.
Espléndida
novela (nota: 8), que leí con fruición, y casi de un tirón de
principio a fin. Engancha y deja estupendas reflexiones mientras se lee, y eso
a pesar de una levísima pátina de inocencia, no en vano su autora la escribió
cuando tenía menos de 20 años, y se consumía por y para el romanticismo, el
literario, y el anímico, supongo. Me pareció estructurada cual si de unas
muñecas rusas se tratara, anidadas unas en otras las diferentes historias. La
autora nos cuenta una historia de un navegante explorador, que se encuentra con
un náufrago en el Polo Norte (el doctor Frankenstein), que le cuenta su
historia, dentro de la cual su monstruosa criatura le cuenta sus andanzas y
sentimientos a su creador.
Una
historia que nos habla de obsesión creativa, parece que inspirada en "El
sueño de la razón produce monstruos", el aguafuerte de Goya publicado en
1799, de la insolencia de insuflar vida artificialmente, castigando al creador no
los dioses sino su propia creación. También es una historia de venganza,
redención y castigo, más bien autocastigo moral. De la soledad de muchas
criaturas, de que la falta de amor y compañía envilece a cualquier ser, del
miedo al rechazo social, y al amoroso, como a veces se sintió la autora en su
relación afectiva con Percy B. Shelley. También de los indisolubles vínculos
entre criatura y su creador, cual cordón umbilical. Al hilo de esto, también
puede verse como el miedo de cualquier madre a engendrar fetos deformes, de
hecho la propia Mary Shelley tuvo un parto prematuro. No os la perdáis. Una
novela pionera, muy influyente posteriormente, en la literatura, y en el más
tardío cine desde casi sus inicios.
Ahora
la sección de sabiduría ajena, compuesta a base de trozos, nada descompuestos,
del pensamiento de otros, en la que bien podían entrar las citas del matutino
en el que glosé la película "Mary Shelley", y comenzando por una cita
que aparece introduciendo la estupenda edición del libro leído y glosado hoy
(Ed. Alma, Clásicos Ilustrados, 2018), un extracto del poema épico de John
Milton, "El paraíso perdido" ("Paradise Lost", 1667):
- "[...] ¿Te pedí, Hacedor mío, que del
barro
me
hicieras hombre? ¿Te exigí acaso
que
me sacaras de la oscuridad? [...]".
(John Milton).
- "Los hombres son criaturas muy raras:
la mitad censura lo que practica; la otra mitad practica lo que censura; el
resto siempre dice y hace lo que debe".
(Benjamin Franklin).
- "No puede encontrarse bajo el
firmamento ni un solo ser, animal o criatura, que no tenga su contrario. Es una
ley de la naturaleza". (Jean de la
Fontaine).
- "Toda criatura torna a su
natura". (Refrán).
- "El hombre que no sufre es una máquina
mal compuesta, una criatura defectuosa, un mutilado moral, un aborto de la
naturaleza". (Charles Telier).
- "Aquí reposan los restos de una
criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin
ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre sin ninguno de sus defectos.
(Epitafio para un perro)". (Lord
Byron).
Besos
y abrazos,
Don.
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