martes, 21 de enero de 2020

Gazapera matutina

¡Buenos días!

Antes de salir a bregar por el mundo, y aprender de él, estos matutinos se me crían por aquí, seguros, bien cobijados de las ásperas inclemencias del exterior, fabulando con efervescente imaginación sobre lo que por sus entendederas bulle. Llevamos un par de días de muy desapacible invierno por los madriles, bastante más crudo allende sus límites, con días de gélido ventarrón boreal, mucha nube gris pero, de momento, poca precipitación, sea líquida o sólida... o en dejar caer lo que sea menester. La máxima prevista para hoy sube algo, hasta los 8ºC.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Jojo Rabbit", de Taika Waititi, basado en la novela "El cielo enjaulado" ("Caging skies", 2004) de Christine Leunens, y con Roman Griffin Davis, Thomasin McKenzie, Taika Waititi, Sam Rockwell, y Scarlett Johansson. De este director neozelandés, que también es guionista y actor (escribe y actúa en sus propias películas), había visto dos de sus anteriores largos, los más recientes, "Thor: Ragnarok", (2017), y el descacharrante "Lo que hacemos en las sombras" ("What we do in the shadows", 2014), este codirigido con Jemaine Clement.

Jojo es un niño alemán de diez años que pertenece a las juventudes hitlerianas durante las postrimerías de la II Guerra Mundial, cuando el régimen nazi se desmorona. Es un chaval solitario que tiene como amigo imaginario a Adolf Hitler. Un día descubre que su madre tiene escondida en el ático de su casa a una adolescente judía, y todas sus infantiles convicciones y certezas debidas a su adoctrinamiento serán puestas patas arriba, entrando en un mundo de contradicciones.

Muy buena película (nota: 7) esta comedia con divertidos gags, con las señas de identidad de su creador, aunque algo atenuadas esta vez, tales como su excéntrico, delirante, caricaturesco, y algo surrealista enfoque a lo que trata, que descoloca bastantes veces. Puede verse como sátira del nazismo y de los absurdos de la guerra, tamizada por la mirada infantil, y también como una fábula sobre el proceso de madurez de un niño, de iniciación a los más o menos crudos sinsabores de la vida, pero desde un enfoque vital y optimista, cual especie de canto a la vida y su disfrute a pesar de las adversidades, lejos del odio y la intolerancia. Niño al que su desbordante fantasía ayuda a superar sus propios miedos ante la realidad, hasta que pueda enfrentarse a ella sin ruedines, reales (el apoyo de su solícita madre) o imaginarios. En general, le faltó algo de mordiente, y hacia el final flojeó un poco, por lo que a mí respecta.

Ahora unas citas de sabiduría ajena, un par de ellas que he levantado de su agazapamiento:

 - "Al conejo y al villano, despedazarle a mano".  (Refrán).

 - "En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días".  (Sealtiel Alatriste).

Besos y abrazos,

Don.
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