Antes
de salir a bregar por el mundo, y aprender de él, estos matutinos se me crían
por aquí, seguros, bien cobijados de las ásperas inclemencias del exterior,
fabulando con efervescente imaginación sobre lo que por sus entendederas bulle.
Llevamos un par de días de muy desapacible invierno por los madriles, bastante
más crudo allende sus límites, con días de gélido ventarrón boreal, mucha nube
gris pero, de momento, poca precipitación, sea líquida o sólida... o en dejar
caer lo que sea menester. La máxima prevista para hoy sube algo, hasta los 8ºC.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Jojo Rabbit",
de Taika Waititi, basado en la novela "El cielo enjaulado" ("Caging
skies", 2004) de Christine Leunens, y con Roman Griffin Davis, Thomasin
McKenzie, Taika Waititi, Sam Rockwell, y Scarlett Johansson. De este director
neozelandés, que también es guionista y actor (escribe y actúa en sus propias
películas), había visto dos de sus anteriores largos, los más recientes, "Thor: Ragnarok", (2017), y el descacharrante "Lo que hacemos en las sombras" ("What we do in
the shadows", 2014), este codirigido con Jemaine Clement.
Jojo
es un niño alemán de diez años que pertenece a las juventudes hitlerianas
durante las postrimerías de la II Guerra Mundial, cuando el régimen nazi se
desmorona. Es un chaval solitario que tiene como amigo imaginario a Adolf
Hitler. Un día descubre que su madre tiene escondida en el ático de su casa a
una adolescente judía, y todas sus infantiles convicciones y certezas debidas a
su adoctrinamiento serán puestas patas arriba, entrando en un mundo de
contradicciones.
Muy
buena película (nota: 7) esta comedia con divertidos gags, con las señas
de identidad de su creador, aunque algo atenuadas esta vez, tales como su
excéntrico, delirante, caricaturesco, y algo surrealista enfoque a lo que
trata, que descoloca bastantes veces. Puede verse como sátira del nazismo y de
los absurdos de la guerra, tamizada por la mirada infantil, y también como una
fábula sobre el proceso de madurez de un niño, de iniciación a los más o menos
crudos sinsabores de la vida, pero desde un enfoque vital y optimista, cual
especie de canto a la vida y su disfrute a pesar de las adversidades, lejos del
odio y la intolerancia. Niño al que su desbordante fantasía ayuda a superar sus
propios miedos ante la realidad, hasta que pueda enfrentarse a ella sin
ruedines, reales (el apoyo de su solícita madre) o imaginarios. En general, le
faltó algo de mordiente, y hacia el final flojeó un poco, por lo que a mí
respecta.
Ahora
unas citas de sabiduría ajena, un par de ellas que he levantado de su
agazapamiento:
- "Al conejo y al villano, despedazarle a
mano". (Refrán).
- "En algún lugar del alma se extienden
los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados
tras los parajes de los días".
(Sealtiel Alatriste).
Besos
y abrazos,
Don.
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