Es
obvio que desde que me encierro por un rato mañanero en estos matutinos me
nutro de todo lo que ellos quieran darme, llenando los espacios vacíos que
pudiera haber en mis entendederas, alimento anímico e intelectual que me sacia
a poco que tome y dé generosamente a los demás desde esta plataforma. Pues en
esta mañana de típico otoño que amanece ante nosotros no atisbo agujero alguno
entre la espesa capa de grises nubes que nos riegan con su altruista maná de
lluvias, que alimentará a todos los que nos queramos poner bajo su manto.
Además el viento hace más desapacible el frescor mañanero. Las máximas
previstas serán de 10ºC para hoy por los madriles.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "El hoyo", de
Galder Gaztelu Urrutia, y con Iván Massagué, Zorion Egileor, Antonia San Juan,
Emilio Buale, y Alexandra Masangkay. Es el primer largo de este director, que
triunfó en el pasado Festival de Sitges.
Un
joven despierta en una extraña celda de una especie de cárcel experimental,
compuesta por un edificio de muchas plantas hacia abajo, quizá más de 200,
nadie lo sabe, en el que en cada una de las cuales hay dos personas, y un
agujero en medio por el que transita cual ascensor una plataforma con comida,
que se detiene por un rato, una vez al día, en cada piso. A cada planta llegan
las viandas que van dejando los del nivel superior. Con el alimento inicial
debería haber para todos, pero a los niveles inferiores no llega nada. Una vez
al mes, todos cambian de planta por azar, si es que sobrevivieron.
Muy
buena película (nota: 7), del género fantástico, cruda y visceral,
profunda sin vacuidad, esta alegoría distópica sobre nuestra cochambrosa
sociedad de clases y el injusto reparto de la riqueza. Poliédrica, analiza
diversos aspectos de nuestra sociedad del bienestar, más bien del malestar, o
de la sociedad global, donde impera el egoísmo capitalista e individual que
pone muy difícil la solidaridad con los menos favorecidos. Se sigue con
interés, mucho, a pesar de su truculencia y momentos gore y ramalazos de
escatología. También destila, obviamente, eso de que el hombre es un lobo para
el hombre, capaces de hacernos la puñeta por malsano gusto, cuando no matarnos
o comernos los unos a los otros en cuanto la desesperación nos atenaza. Provoca
muchas preguntas que llevan a la reflexión. Por eso de la lucha de clases, de
castas compartimentadas, me recordó a "Snowpiercer (Rompenieves)" (2013) de Bong Joon-Ho,
aquí en la horizontalidad de los vagones de un tren, y en la hoy glosada, en la
verticalidad de un muy profundo edificio subterráneo.
Ahora,
antes de que se nos abra el abismo de la despedida, ahí os dejo unas citas de
sabiduría ajena, que espero nos abra el apetito por saber más:
- "La sociedad se compone de dos grandes
clases: los que tienen más cenas que apetito, y los que tienen más apetito que
cenas". (Chamfort).
- "La libertad, por lo que respecta a las
clases sociales inferiores de cada país, es poco más que la elección entre
trabajar o morirse de hambre".
(Samuel Johnson).
- "No hay bien alguno que nos deleite si
no lo compartimos". (Séneca).
Besos
y abrazos,
Don.
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