miércoles, 27 de noviembre de 2019

Dichosos matutinos

¡Buenos días!

Felices ellos, sí, que con generosidad infinita me dan todo lo que tienen, y viceversa, enriqueciéndose ellos tanto o más que yo mismo, y al revés, y tanto que se lo agradezco. Como a este espléndido otoño que hoy nos regala otro día gris, con más lloviznas que lluvias, caídas antes de que levante el sol, que luego solo quedarán las enjugadas nubes. Tibios 13ºC de máxima prevista para hoy.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Los miserables" ("Les misérables"), de Ladj Ly, y con Damien Bonnard, Alexis Manenti, Djibril Zonga, e Issa Perica. Es el primer largo de este director francés de origen maliense.

Francia acaba de ganar el mundial de fútbol de 2018. Éxtasis nacional, explosión de júbilo que a todos integra (fugaz y ficticiamente). Al día siguiente, un policía llega trasladado a la comisaría de un conflictivo y deprimido barrio periférico parisino donde viven mayoritariamente inmigrantes, Montferneuil, el mismo en el que Víctor Hugo desarrolló buena parte de la trama de su obra "Los miserables". Le asignan ir de patrulla con otros dos compañeros con gran experiencia en el barrio y enseguida descubre los poco éticos procedimientos de estos en medio de un latente conflicto entre diversas bandas callejeras. Durante una operación en la que arrestan a un adolescente y en la que se ven desbordados, la situación se les va de las manos, hiriendo gravemente al chaval, mientras todo ha sido grabado accidentalmente por el dron de otro chico del barrio. Esto puede ser la chispa que encienda una violenta revuelta callejera en el polvorín suburbial.

Estupenda película (nota: 8), de tensión casi constante, angustiosa a ratos, que te mantiene en incómoda situación, que no es adaptación de la novela de Víctor Hugo, aunque algún paralelismo hay, y cuyo origen es un corto homónimo, de hace dos años, del propio director. Thriller policiaco con denuncia social que saca a la luz situaciones que tendemos a esconder bajo la alfombra e incita a hacernos preguntas y podría ser una especie de aviso a navegantes (dirigentes, por ejemplo), que el director sabe muy bien de lo que habla, con estilo casi documental, aunque bastante metafórica también. Crudo retrato sin maniqueísmos de un barrio marginal de gente miserable, unos por desdichados, otros por ruines, casi todos por ambas cosas, en el que se cuece a fuego lento la insatisfacción, la crispación, y en el que solo hace falta una chispa para que salte todo por los aires en ese polvorín. En cierto modo me recordó a otra película francesa, "El odio" ("La haine", 1995) de Mathieu Kassovitz.

Termino con la sección de sabiduría ajena, con una sola cita, ¿para qué decir más?, la misma con la que remata la película, y que se menta en la novela de Víctor Hugo:

 - "No hay ni malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores".  (Víctor Hugo).

Besos y abrazos,

Don.
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