¡Buenos
días!
¡Genial!,
la atmósfera sigue revolucionada como debe y sigue lloviendo como tiene que ser
en otoño, hoy más incluso que ayer, con máxima prevista para hoy de 15ºC por
los madriles, así que nada que temer al estar arropados por la tibieza térmica
y la densa y oscura nubosidad que nos muestra su más amable carácter, aunque no
lo parezca, es cuestión de mirar de otro modo.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Mal genio"
("La redoutable"), de Michel Hazanavicius, y con Louis Garrel y Stacy
Martin (una preciosidad). De este director francés había visto uno de sus
anteriores films, la oscarizada "The artist" (2011).
En
1967 Jean-Luc Godard, casi cuarentón y ya por entonces afamado y prestigioso
director de cine, rueda su película "La chinoise", donde conoce a la
actriz principal, veinte años más joven. Se enamoran, se casan, y al poco, tras
la mala acogida por parte de crítica y público de esa película entra en crisis
creativa y existencial y se centra en los sucesos que preceden y acaecen en
mayo del 68, radicalizándose e implicándose políticamente con obsesivo fervor
en las revueltas. Además, su insoportable carácter, pagado de sí mismo, pedante
y ególatra, cayendo incluso en los más absolutos ridículos con sus excéntricos
desvaríos, que casi todos le perdonan, dificulta sus relaciones sociales, y con
su mujer, que empieza a desenamorarse de él.
Antes
que nada decir, que del mito del cine Godard tan solo he visto dos de sus
films, curiosamente: su primero, una estupenda película para mí, pero sin
alharacas, aun reconociendo su gran influjo posterior, "Al final de la escapada" ("À bout de
souffle", 1960); y su último, creo, el absolutamente infumable "Adiós al lenguaje" ("Adieu au langage",
2014). Lo que creo ilustra bastante bien, a pesar de que dos no sea un tamaño
de muestra muy representativo, la caída en picado de su endiosado arte desde
pocos años después de debutar, muy particularmente a partir de los hechos
narrados en el film glosado hoy, por mucho que diga la corifea parte de la
crítica que, cual papanatas, cacarea virtudes invisibles, cual si fueran las
del cervantino retablo de las maravillas, como en tantas otras ocasiones cuando
se trata de pretendido y presuntuoso ¿arte? moderno.
Bueno,
por lo que respecta a la vista ayer y hoy glosada, una muy buena película (nota:
7), basada en un libro escrito por la actriz con la que se casó en
1967, con algunos momentos muy, pero que muy divertidos, incluso hilarantes, y
una mirada irreverente, socarrona y sarcástica a los contradictorios delirios
del Dios cinéfilo Godard, arrastrando pie a tierra al mito. Un cómico biopic,
original y diferente, casi una caricatura del Godard persona. Además, a través
de él, se ponen en solfa las entelequias de unos revolucionarios, ingenuos
idealistas, que bien mirados no tenían ni repajolera idea de en el mundo en el
que realmente vivían, y hablaban y hablaban por hablar, pajas mentales con las
que construían castillos en el aire.
Y al
hilo de esto, pasamos a la sección de sabiduría ajena, comenzando por una muy
atinada cita del propio Godard, que bien podría haberse aplicado a sí mismo:
- "No es posible tener imágenes nítidas
cuando hay ideas difusas".
(Jean-Luc Godard).
- "Lo temible del tiempo perdido es que
ni siquiera se emplea mal; tontamente nada más". (Victoriano García Martí).
- "El temor es un educador de gran
sagacidad y el heraldo de todas las revoluciones". (Ralph W. Emerson).
- "Cuando el pensamiento calla, las
revoluciones hablan". (Emilio
Castelar).
- "La bondad -no el genio, ni la gloria,
ni el amor- es lo que refleja la grandeza del alma humana". (Henri Lacordaire).
Besos
y abrazos,
Don.
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