¡Buenos
días!
Que
este otoño sea como tiene que ser, hoy con estos plácidos y soleados días,
mañana con eventuales lluvias y grisuras, siempre con esa arrobadora belleza de
ocres arbóreos que nos hace la vida mejor. Que mis hadas y ninfas cuiden de mí,
del mismo modo que yo cuido de ellas, ni más ni menos, lo que es justo y a lo
que nos hemos comprometido. Que...
Este
fin de semana estuve en el cine viendo "Yo, Daniel Blake"
("I, Daniel Blake"), de Ken Loach, y con Dave Johns, y Hayley
Squires. De este veteranísimo director británico había visto algunos de sus
films del siglo pasado, y casi todos los rodados en éste, todos plenos de
compromiso socio-político en pro de las clases menos favorecidas: "Jimmy's hall" (2014), "El espíritu del 45" ("The spirit of '45",
2013), "La parte de los ángeles" ("The angel's
share", 2012), "Route Irish" (2010), "Buscando a Eric" ("Looking for Eric", 2009),
"En un mundo libre" ("It is a free world",
2007), "El viento que agita la cebada" ("The wind that shakes
the barley", 2006), "Sólo un beso" ("Ae fond Kiss", 2004), "Felices dieciséis" ("Sweet sixteen", 2002),
y "La cuadrilla" ("The navigators", 2001).
Daniel
Blake, un hombre viudo de 59 años que lleva toda su vida trabajando como
carpintero, debido a una enfermedad del corazón tiene que dejar de hacerlo por
recomendación médica, así que por primera vez en su vida debe solicitar un
subsidio social del estado, pero se da de bruces contra las trabas
burocráticas, cayendo en un bucle de absurdas situaciones. En sus continuas
visitas a la oficina de empleo conoce a una joven, madre soltera con dos niños,
a la que han concedido una ruinosa vivienda social a más de 400 km. de donde
vivía, con lo que está alejada de su familia. En similar situación ante el
kafkiano laberinto burocrático, intentarán ayudarse mutuamente.
Una
estupenda película (nota: 8) este drama sobre la burocracia y el ayudarnos
unos a otros, directo y sin florituras al meollo de la cuestión, marca de la
casa Ken Loach, aunque emotivo en ciertos y medidos momentos, que nos remueve
las conciencias sobre lo injusto de ciertos modos de operar de la
administración. Historia, plena de veraces absurdos casi surrealistas, de estos
dos protagonistas, atrapados en el laberinto burocrático de los servicios
sociales, que en sus rígidas rutinas normativas deja de lado a los más
desfavorecidos, donde la justicia social se convierte en caridad mal entendida,
donde se culpabiliza a las víctimas, que no son sino gente que lucha por
sobrevivir lo más dignamente posible, quedando realzada la casi crueldad,
consciente o inconsciente, de unos servicios sociales que mucho deberían
aprender de algunas ONG en eso del buen trato individual que humaniza, y que no
deberían existir en nuestros "ricos" países si el estado protector
funcionara como debe.
Pues
reforcemos este reivindicativo alegato con algo de sabiduría ajena:
- "El hombre que solamente es justo según
las leyes, puede muy bien carecer de toda virtud social". (Barón de Holbach).
- "La libertad, por lo que respecta a las
clases sociales inferiores de cada país, es poco más que la elección entre
trabajar o morirse de hambre".
(Samuel Johnson).
- "Si una sociedad libre no puede ayudar
a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos". (John F. Kennedy).
- "La caridad es humillante porque se
ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica
respeto mutuo". (Eduardo Galeano).
- "Yo creo que el mejor medio de hacer
bien a los pobres no es darles limosna, sino hacer que puedan vivir sin
recibirla". (Benjamín Franklin).
- "El egoísmo que genera el sistema hace
que los gobernantes antepongan su éxito personal a su responsabilidad
social". (Erich Fromm).
Besos
y abrazos,
Don.
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