¡Buenos
días!
No
os miento si os digo que aunque han menguado algo sus sofocones, todavía no da
la sensación de que el verano tenga la caballerosa intención de abandonarnos a
nuestra suerte ante el ya cercano, gratificante y generoso otoño, ni por
calendario ni por meteorología prevista. Sus intenciones, no sé si buenas, creo
que son otras, como seguir exprimiendo nuestros humores, básicamente los sudorosos,
hasta que consiga lo que quiera de nosotros una vez nos tenga rendidos.
Esperemos que antes de eso venga el equinoccio otoñal, que presumo que ya queda
poco, a rescatarnos de sus naturales intenciones, buenas o malas según se mire.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Los caballeros blancos"
("Les chevaliers blancs"), basada en un hecho real, de Joachim
Lafosse, y con Vincent Lindon, Louise Bourgoin, Valérie Donzelli, y Reda Kateb.
De este director belga había visto tan sólo su anterior film, "Perder la razón" ("À perdre la raison",
2012).
Año
2007, un grupo de bienintencionados cooperantes franceses de una pequeña ONG
llega al Chad con la misión de atender a los huérfanos -sólo a los menores de 5
años- de la guerra civil en ese país, aunque su verdadera intención es sacarlos
de allí para darlos en adopción a familias francesas que pagaron bastante
dinero por ello. La cruda realidad que se encuentran empieza a hacer tambalear
sus más loables convicciones, dando prioridad a otras muy en el límite de lo
moralmente reprobable.
Una
muy buena película (nota: 7), algo incómoda de ver, por las reflexiones que
nos induce, pero muy necesaria, precisamente por lo mismo. Con pinceladas de
documental y breves momentos de acción y aventura, va in crescendo, ganando
intensidad y tensión conforme avanza, generando progresiva desazón según vamos
descubriendo las verdaderas "buenas" intenciones. Lo dicho,
poliédricas reflexiones nos induce este film, sobre los turbios límites entre
el bien y el mal, sobre dilemas morales y de cómo cada cual toma partido,
autojustificando a veces lo injustificable en aras de quien sabe que mayor bien
(distinto para cada uno). También visión de la cuestión humanitaria casi como
un negocio, tal vez como bálsamo redentor de las malas conciencias del primer
mundo, amén del imperialismo, también caritativo, de quien se cree en el
derecho de decidir qué es lo que mejor conviene a los demás.
Ahora,
ya casi a punto de descabalgar de este brioso corcel matutino, con mi
reluciente armadura de buenas intenciones, ahí os dejo unas citas de sabiduría
ajena, que seguro espolearán nuestras mentes:
- "Es difícil decir quién nos hace en la
vida más daño, si nuestros enemigos con su peor intención, o nuestros amigos
con la mejor". (George
Bulwer-Lytton).
- "El infierno está lleno de buenas
intenciones o deseos". (San
Bernardo de Claraval).
- "El favor consiste no en lo que se hace
o se da, sino en el ánimo con que se da o se hace". (Séneca).
- "No hay caridad donde hay interés. La
caridad ha de ser desinteresada. Ha de ser, además, costosa. Quien recibe más
beneficio del que dispensa, no hace caridad. Podrá hacer buenas obras de caridad,
pero no será caritativo".
(Concepción Arenal).
Besos
y abrazos,
Don.
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