¡Buenos
días!
Pues
sí, paso ratitos de este invierno, y de cualquiera, y de cualquier otra
estación, al abrigo de mis matutinos, descansando y sanando de eventuales daños
producidos por las inclemencias exteriores, rehabilitándome para salir
fortalecido y poder enfrentarme a lo que esté por venir con mayor entereza.
Aunque de poco hay que refugiarse en este tibio invierno, ya casi terminal, que
hemos tenido. A modo de ejemplo, hoy, nada invernal, soleado, con alguna nube,
y máxima prevista de 15ºC. Así, como ya hacen desde años las cigüeñas de por
aquí, no hay ni que migrar de invernada más al sur, que el clima meridional
parece venir, cual mahometana montaña, cada vez más al norte.
Antes
de ayer por la tarde estuve en el teatro viendo "Invernadero",
versión de Eduardo Mendoza sobre la obra homónima de Harold Pinter ("The
Hothouse", escrita en 1958 y estrenada en 1980), dirigida por Mario Gas, e
interpretada por Gonzalo de Castro, Tristán Ulloa, Jorge Usón (excelente actuación),
Isabelle Stoffel, Carlos Martos (también excelente), Javivi Gil Valle, y
Ricardo Moya. Harold Pinter, premio Nobel de Literatura en 2005, además de
dramaturgo, escritor y poeta, ha sido también director de teatro y cine, actor,
y también guionista. De hecho, había visto un film escrito por él y dirigido
por Joseph Losey: "El sirviente" ("The servant", 1963).
En
una institución de dudosa naturaleza, avalada por un poderoso ministerio, tal
vez una residencia para el descanso, tal vez un sanatorio, quizá para dolencias
físicas o probablemente para las mentales, durante el día de Navidad, el
aparentemente sensato y competente director, que hace y deshace a su antojo,
como el resto de empleados, es informado por uno de sus subordinados, muy
eficiente a la par que ambicioso, del extraño fallecimiento de uno de los
residentes/pacientes y del nacimiento de un bebé de otra de ellas,
probablemente a causa de una pasada violación. El director le ordena
tajantemente que encuentre a los autores de ambos crímenes (y padre de la
criatura), apuntando todos los indicios a que ha podido ser el propio director.
Por allí también pululan otros miembros del staff institucional: la taimada y
calculadora amante del director, y también liada con el empleado investigador;
un servil borrachín; y un servicial y pringado novato que acaba por pagar el
pato.
Esta
comedia negra, muy negra, casi siniestra, a ratos inquietante, y trufada de
teatro del absurdo, no me gustó demasiado (nota: 5), y me pareció algo
irregular, con algunos momentos excelentes. Toda una sátira de la burocracia y
el autoritarismo, de las podredumbres del poder, del silencio administrativo,
del orden establecido, del lavado de cerebro y la pérdida de identidad de los
residentes, tan pacientes y mansos que ni salen de sus habitaciones (ni
aparecen en la obra, sólo se les menciona con un número), tan borregos como el
empleado novato, que de hecho se llama Lamb (cordero) y que paga todos los
platos rotos. Por cierto, los nombres de todo el resto de personajes tampoco
está puesto porque sí.
Ahora
algo de sabiduría ajena, que tal vez nos ayude a rehabilitarnos y
reconciliarnos con el mundo, comenzando con tres citas del propio Harold
Pinter:
- "El pasado es lo que recuerdas, lo que
imaginas recordar, lo que te convences en recordar, o lo que pretendes
recordar". (Harold Pinter).
- "Esto nunca ocurrió. Nunca ocurrió
nada. No ocurrió ni siquiera mientras estaba ocurriendo". (Harold Pinter).
- "No hay distinción firme entre lo real
y lo irreal; ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente o
verdadera o falsa, sino que puede ser ambas: verdadera y falsa". (Harold Pinter).
- "En el corazón de todos los inviernos
vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche viene una aurora
sonriente". (Khalil Gibran).
Besos
y abrazos,
Don.
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