martes, 8 de octubre de 2013

Matutino ileso

¡Buenos días!

En este mundo matutino no hay manera de sufrir daño alguno gracias a los ensueños que me provoca entrar, viviendo casi iluso y ausente de lo que me rodea, aunque tan sólo es una efímera burbuja que exploto, tanto porque me aprovecho de ella como porque la pincho adrede, para volver a este otro mundo, que dicen real, tras pasar un ratito por aquí. Por lo demás, este suave y dulce otoño madrileño de soleadas temperaturas máximas que pasan de los 20ºC parece no herir a nadie, ni física ni anímicamente, que este radiante y animoso sol evapora el más leve atisbo de aflicción.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "La herida", de Fernando Franco, y con Marian Álvarez (espléndida actuación que mereció premio en el Festival de San Sebastián). Es el debut en el largo de este director, con el que también ganó el Premio Especial del Jurado.

Una joven veinteañera a la que acaba de abandonar su novio (otro más), lleva una rutinaria vida, vive en casa de su madre, y trabaja en una ambulancia trasladando impedidos a clínicas y hospitales. Se siente útil ayudando a los demás pero no consigue relacionarse adecuadamente fuera de su entorno laboral. Lo anhela, pero su difícil carácter por falta de autocontrol emocional se lo impide, haciendo casi la vida imposible, dañando a los que la rodean ... y a ella misma. Su conducta, plena de marcados altibajos, se vuelve cada vez más autodestructiva, autolesionándose frecuentemente. Padece una enfermedad mental llamada trastorno límite de la personalidad.

Una buena película, un minucioso retrato de una persona con este síndrome, a la que no se juzga, y de su angustioso calvario vital, tanto cuando se encuentra bien (las menos veces) como cuando se encuentra mal, con la que resulta difícil empatizar, aunque este film lo consigue en cierto modo, a pesar de no ser especialmente agradable de ver. Vive continuas frustraciones por su carácter que refuerzan sus errores de comportamiento (que no puede evitar), lo que le genera mayor frustración todavía, entrando en una espiral de la que no ve como salir. Necesita ayuda, pero nadie se la da.

Ahora algo de sabiduría ajena, que tal vez nos sirva de bálsamo de Fierabrás para restañar todo tipo de heridas, si es que antes no nos permite salir indemnes:

- "Esta vida es una lucha permanente, y la filosofía es el único emplasto que podemos aplicar a las heridas que de todas partes recibimos".  (Voltaire).

- "Para todas las heridas del alma, por profundas que sean, el tiempo, ese gran consolador, tiene su bálsamo".  (Christoph M. Wieland).

Besos y abrazos,

Don.
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