Pues
sí, que es extremadamente difícil el enloquecer en estos días de absoluta
serenidad invernal, soleados, gélidos en las madrugadas, con amagos de nieblas
y neblinas, tibios al mediodía, y otra vez con 14ºC de máxima prevista para
hoy. De cualquier modo, siempre se agradecerá si el tiempo, el meteorológico,
acierta a cambiar algo, más que nada por romper la monotonía, tampoco mucho, que
las brusquedades no llevan a nada bueno.
Este
fin de semana volví al Teatro Real de Madrid a ver (y escuchar) otra ópera.
Se trató de "Turandot", de Giacomo Puccini y Franco Alfano
(música) y Giuseppe Adami y Renato Simoni (libreto), basado en la fábula homónima
de Carlo Gozzi, a su vez inspirada en una leyenda persa del siglo XII; e
interpretada por Irene Theorin, Jae-Hyoeung Kim, Yolanda Auyanet, Andrea
Mastroni, Raúl Giménez, Joan Martín-Royo, Vicenç Esteve, Juan Antonio Sanabria,
y varios otros más. Estos son los intérpretes en el día que yo asistí, pues son
varios más rotando cada día de función.
Es
la tercera vez en mi vida que asisto a un espectáculo de ópera, pues el pasado
mes de marzo estuve también en el Teatro Real viendo "Aida" de Verdi, y el mes anterior "Rigoletto", también de Verdi, en un teatro pequeño de
pueblo. Además, hace algo más de ocho años, vi una adaptación cinematográfica
de otra, "La bohème", de Puccini.
Turandot
es una gélida y cruel princesa china que propone tres acertijos a sus continuos
pretendientes so pena de que si fallan alguno serán decapitados, y si los
aciertan se casarán con ella. Hasta ahora nadie acertó. Un anónimo príncipe
llega a Pekín, donde se reencuentra por casualidad con su anciano padre y una
esclava que le asiste, secretamente enamorada del príncipe, años después desde
que tuvieron que huir de su reino. Al ver el joven a Turandot durante la
ejecución del último desgraciado aspirante, queda prendidamente enamorado y
decide, en contra del consejo de todos, presentarse como el siguiente
candidato. Ante el horror de Turandot, consigue superar los tres enigmas, pero
se apiada de ella y le propone que si averigua su nombre antes del siguiente
amanecer, él se quitará la vida. Turandot, rabiosa, amenaza con matar a todo el
mundo si alguien no le desvela el nombre, a lo que la esclava declara que ella
es la única que sabe cómo se llama el príncipe desconocido, quitándose la vida
para evitar desvelarlo. Este hecho ablandará el durísimo corazón de Turandot, y
se abrirá al amor.
Estupenda
ópera (nota: 8), inconclusa por la muerte de su autor
(Puccini), que la escribió hasta la parte de la muerte de la esclava, y que fue
acabada por Alfano poco después, en la que lo que más me gustó fueron las partes
corales, las de los personajes de Pin y Pon... quería decir, las de Ping, Pang
y Pong, y los cantos de la soprano que interpretaba a la esclava, casi más que
los de la protagonista, por extremadamente difíciles que fueran. Por supuesto, también
el aria "Nessun dorma", una de las más famosas de todas las de la ópera, especialmente
si es cantada por Pavarotti. Como siempre, las muy melodramáticas y
esquemáticas historias que dan pie a las óperas, auténticos dramones
folletinescos, me parecieron lo de menos al lado de la música y las
maravillosas voces, y su engarce, que creo es lo esencial en este género.
Pues
en la sección de sabiduría ajena, ahí os dejo unas citas que he acertado a
encontrar con la idea que nos ayuden a que no se pierda nuestra cabeza:
- "No hay sabiduría sin prudencia; no hay
filosofía sin cordura. Existe en el fondo de nuestra alma una luz divina que
nos conduce con indudable acierto si no nos obstinamos en apagarla". (Jaime Balmes).
- "Atención a no errar una, más que
acertar ciento". (Baltasar
Gracián).
- "Nadie acierta antes de errar
y
aunque la fama se juega,
el
que por gusto navega
no
debe temerle al mar". (José
Hernández).
- "Enamorarse no es lo difícil, pero sí
acertar a expresar ese estado".
(Alfred de Musset).
- "El amor es la más fuerte de las
pasiones, porque ataca al mismo tiempo a la cabeza, al cuerpo y al
corazón". (Voltaire).
- "Admiro la cabeza que sabe llevar con
altivez la desgracia, como un rey la corona". (Carlo Bini).
Besos
y abrazos,
Don.
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