martes, 20 de marzo de 2018

Regreso al hogar matutino

¡Buenos días!

Dado que creo que está por doquier, más bien creo que no vuelven al punto de partida, sino que siguen avanzando sin parar, y sin mirar demasiado atrás, no vaya a ser que se me salen sobremanera... lo que quizá no estaría mal, si es que llegarán a ser divertidamente resalados. Pues en este primer día de primavera oficial, de la de calendario, hemos regresado al invierno más canónico, con frío, intenso viento desapacible del norte, rozando la helada mañanera, máxima prevista de 9ºC, e incluso posibilidad de algún tímido chubasco de nieve.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "1945", de Ferenc Török, basado en un relato breve de Gábor T. Szántó, y con un montón de actores desconocidos para mí. Es el primer largo que veo de este director húngaro.

Un caluroso día de agosto de 1945, cuando hace poco que acaba de terminar la II Guerra Mundial en Europa, toda la comunidad de un pequeño pueblo agrícola húngaro está con los preparativos de la boda del hijo del cacique local con una bella campesina, cuya ceremonia será ese mismo día. Un par de misteriosos hombres, judíos ortodoxos, llegan allí transportando varios baúles. Su presencia desata toda suerte de conjeturas en la comunidad y el temor a que vengan a reclamar sus propiedades, expoliadas y expropiadas ilegalmente por sus ex vecinos en el transcurso de la guerra, empezando a rezumar las miserias y mala conciencia de casi todos por lo que allí ocurrió y que creían haber dejado enterrado.

Una buena película (nota: 6), especie de cuento moral con cierto aire de western canónico, drama de preciosa fotografía en blanco y negro, de pocos diálogos y que se desarrolla en unas pocas horas. Mediante los dos taciturnos forasteros que a su silente paso traen consigo los fantasmas del pasado se van removiendo las conciencias, para bien y para mal. Además se reflexiona sobre la culpa de toda una sociedad avergonzada en cuanto se ve cara a cara con sus remordimientos, y que además se amedrenta ante lo extraño, puro miedo al que viene de fuera, que puede devenir y deviene en odio y violencia, tanto hoy como ayer... y parece que siempre.

Pues antes de volver al mundanal ruido, ahí os dejo unas citas de sabiduría ajena, espero que simiente de un mundo mejor:

 - "Una mala conciencia se cura más fácilmente que una mala reputación".  (Friedrich Nietzsche).

 - "La buena conciencia admite testigos; la mala se agita y se conturba aún en la soledad".  (Séneca).

 - "Nada puede hacerme daño excepto yo mismo; el mal que me agobia lo llevo conmigo y jamás sufro realmente sino por mi culpa".  (San Bernardo).

Besos y abrazos,

Don.
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