domingo, 25 de marzo de 2018

Mi casa junto a los matutinos

¡Buenos días!

Otra mañanita más que regreso a este mi otro hogar, el de recreo virtual de cuando apenas ha salido el sol por el horizonte, donde vivo buena parte de mis experiencias y sentimientos, haciendo acopio y repaso de los que más me encajan con lo que sucede en el momento de escribirlos. La primavera, ya en su casa tras su paso por el umbral del reciente equinoccio, sigue a lo suyo, revoltosa como siempre, hoy bastante ventosa y fresca y dejando ver el sol cada vez más entre las rendijas crecientes que se van abriendo en nubes y pequeños chubascos. Rayos de esperanza que nos van calentando poco a poco, a fuego lento.

Este fin de semana estuve en el cine viendo "La casa junto al mar" ("La villa"), de Robert Guédiguian, y con Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan, Jacques Boudet, Anaïs Demoustier, y Robinson Stévenin. Es el tercer largo que veo de la larga filmografía de este director, tras las estupendas "Las nieves del Kilimanjaro" ("Les neiges du Kilimandjaro", 2011), y "Marie Jo y sus dos amores" ("Marie-Jo et ses deux amours", 2002).

Es invierno en una pequeña localidad situada en una calita cerca de Marsella. Tres hermanos sexagenarios que hace muchos años que no se ven, una actriz de éxito, un parado "de lujo" enrollado con una chica joven, y el que se quedó al cargo del restaurante familiar junto al padre, se reúnen allí debido al ictus que acaba de sufrir este para arreglar y de paso ajustar cuentas, ventilando nostálgicos recuerdos, pasados malentendidos y rencillas. Todo esto cambiará cuando descubran a unos niños refugiados en un cobertizo debido al naufragio de una patera en una cala cercana.

Una buena película en general (nota: 6), que a ratos me descolocó y en otros me pareció maravillosa, este drama familiar sobre la nostalgia de un tiempo perdido pero también sobre compromiso ideológico a pesar del desencanto y solidaridad social, sobre como el paso del tiempo nos modula por la presión del cambiante entorno. También de inmigración y, de refilón, un sutil alegato contra la especulación inmobiliaria que arrasa entornos podría decirse que utópicamente idílicos. Esta película contiene flashbacks imposibles para la inmensa mayoría de cineastas, debido a que director y actores principales son amigos y han participado casi todos y casi siempre en las obras de aquel desde hace más de treinta años, insertando trozos de anteriores films que encajan como guante de seda en esta historia.

Ahora unas citas de sabiduría ajena, que espero amueblen nuestras entendederas:

 - "Cuando hay un sitio en el corazón, lo hay en la casa".  (Proverbio danés).

 - "Amigo de los amigos,
huésped de predilección,
eres amigo y maestro,
confidente y confesor;
compañero en las vigilias,
en la pereza aguijón;
en la soledad, recreo,
y en los caminos mentor".  (Serafín y Joaquín Álvarez Quintero).

Besos y abrazos,

Don.
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