Sí,
porque creo tener claro que sucede dentro de ellos, dentro de mi torturada
cabeza, pero no lo que pasa más allá de que se me escapen cada mañana a quien
sabe donde. Pero ya se sabe, a rey muerto, rey puesto, que dice el dicho, y ya
me encuentro enfrascado con este dándole a la tecla mientras me estrujo la
neurona. Desde luego, gracias a las previsiones meteorológicas, nada me intriga
de lo que sucederá con el tiempo... pues lloverá, lloverá y lloverá, como de
hecho está haciendo ahora, viene ocurriendo desde hace bastantes días, y
seguirá en el futuro indeterminado, por culpa del carrusel de borrascas que nos
están pasando por encima sin solución de continuidad.
Este
fin de semana estuve en el cine viendo "La muerte de Stalin"
("The death of Stalin"), de Armando Iannucci, basado en el cómic
homónimo de Fabien Nury y Thierry Robin, y con Steve Buscemi, Simon Russell
Beale, Paddy Considine, Rupert Friend, Olga Kurylenko, Jason Isaacs, Michael
Palin, Andrea Riseborough, Jeffrey Tambor, y varios más, que es un film
bastante coral. Es el segundo largo de este director tras la estupenda "In the loop" (2009).
En
marzo de 1953 murió el dictador Stalin, tras varias décadas de su imperio del
terror y sangrantes purgas continuas, y desde ese mismo momento, si no antes,
se iniciaron las hostilidades entre sus más cercanos colaboradores y familiares
por ver quien sería su sucesor al frente de la URSS. Las alianzas secretas,
desconfianzas, manipulaciones, maquinaciones y traiciones estaban servidas para
los siguientes días hasta el nombramiento del nuevo legatario.
Una
buena película (nota: 6) esta muy corrosiva sátira de humor negrísimo...
o rojísimo, como reza su cartel promocional, no solo por el color del régimen
político caricaturizado, llevando su horror hasta la farsa esperpéntica, sino
también por la sangre, que en general queda muy en segundo plano. Se especula
con lo que pudo suceder con la muerte de Stalin y en las intrigas palaciegas y
sus intestinas luchas de los días siguientes, con políticos peleando más o
menos sibilinamente y matando, más allá incluso de la puñalada trapera, por ver
quien se quedaba en la poltrona soviética.
Por
muy disparatada, y nunca mejor dicho, absurda y surrealista que pueda parecer,
este sucedió realmente (la esencia de lo que se cuenta). Con la habitual
inteligencia de su realizador, se despelleja y tritura a la clase política,
como suele ser su norma, no solo a la descarnada en este caso concreto, sino en
general, y esto vale también para la más rabiosa actualidad, como la de
cualquier congreso de partido político en el que se dirima una sucesión. A
pesar de estos mimbres, esta no me enganchó tanto como su anterior, con la que
además me reí muchísimo más.
Pues
antes de que se me muera este matutino, ahí os dejo un par de citas de
sabiduría ajena que ya os he dejado caer en otras situaciones similares:
-
"La política es una guerra sin efusión de sangre, y la guerra, una
política con efusión de sangre". (Mao Tse Tung).
-
"La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa.
En la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces". (Sir
Winston Churchill).
Besos y abrazos,
Don.
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