sábado, 10 de marzo de 2018

Me intriga lo que sucede con los matutinos

¡Buenos días!

Sí, porque creo tener claro que sucede dentro de ellos, dentro de mi torturada cabeza, pero no lo que pasa más allá de que se me escapen cada mañana a quien sabe donde. Pero ya se sabe, a rey muerto, rey puesto, que dice el dicho, y ya me encuentro enfrascado con este dándole a la tecla mientras me estrujo la neurona. Desde luego, gracias a las previsiones meteorológicas, nada me intriga de lo que sucederá con el tiempo... pues lloverá, lloverá y lloverá, como de hecho está haciendo ahora, viene ocurriendo desde hace bastantes días, y seguirá en el futuro indeterminado, por culpa del carrusel de borrascas que nos están pasando por encima sin solución de continuidad.

Este fin de semana estuve en el cine viendo "La muerte de Stalin" ("The death of Stalin"), de Armando Iannucci, basado en el cómic homónimo de Fabien Nury y Thierry Robin, y con Steve Buscemi, Simon Russell Beale, Paddy Considine, Rupert Friend, Olga Kurylenko, Jason Isaacs, Michael Palin, Andrea Riseborough, Jeffrey Tambor, y varios más, que es un film bastante coral. Es el segundo largo de este director tras la estupenda "In the loop" (2009).

En marzo de 1953 murió el dictador Stalin, tras varias décadas de su imperio del terror y sangrantes purgas continuas, y desde ese mismo momento, si no antes, se iniciaron las hostilidades entre sus más cercanos colaboradores y familiares por ver quien sería su sucesor al frente de la URSS. Las alianzas secretas, desconfianzas, manipulaciones, maquinaciones y traiciones estaban servidas para los siguientes días hasta el nombramiento del nuevo legatario.

Una buena película (nota: 6) esta muy corrosiva sátira de humor negrísimo... o rojísimo, como reza su cartel promocional, no solo por el color del régimen político caricaturizado, llevando su horror hasta la farsa esperpéntica, sino también por la sangre, que en general queda muy en segundo plano. Se especula con lo que pudo suceder con la muerte de Stalin y en las intrigas palaciegas y sus intestinas luchas de los días siguientes, con políticos peleando más o menos sibilinamente y matando, más allá incluso de la puñalada trapera, por ver quien se quedaba en la poltrona soviética.

Por muy disparatada, y nunca mejor dicho, absurda y surrealista que pueda parecer, este sucedió realmente (la esencia de lo que se cuenta). Con la habitual inteligencia de su realizador, se despelleja y tritura a la clase política, como suele ser su norma, no solo a la descarnada en este caso concreto, sino en general, y esto vale también para la más rabiosa actualidad, como la de cualquier congreso de partido político en el que se dirima una sucesión. A pesar de estos mimbres, esta no me enganchó tanto como su anterior, con la que además me reí muchísimo más.

Pues antes de que se me muera este matutino, ahí os dejo un par de citas de sabiduría ajena que ya os he dejado caer en otras situaciones similares:

- "La política es una guerra sin efusión de sangre, y la guerra, una política con efusión de sangre". (Mao Tse Tung).

- "La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces". (Sir Winston Churchill).

Besos y abrazos,

Don.
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