martes, 4 de abril de 2017

No hay matutinos desiertos en los que meditar

¡Buenos días!

Ya lo sabéis, pero os comunico que siempre me llenan, y yo a ellos de letras, frases y párrafos enteros que me hacen reflexionar, que no hay día que dejen hueco a la desesperanza, que en todo momento me escuchan y les escucho, y así creo que es más fácil enfrentarnos a los eventuales problemas que pudieran surgir en nuestro terrenal devenir. Por lo demás, en estos días de lozano verdor primaveral el sol luce con tal luminosidad, inundando cualquier vacío resquicio tan plenamente, que no ha lugar a nube alguna quepa y lo vele, ni siquiera tenuemente. Hoy la máxima prevista será de 22ºC.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Últimos días en el desierto" ("Last days in the desert"), de Rodrigo García, y con Ewan McGregor, Ciarán Hinds, Tye Sheridan, Ayelet Zurer y Susan Gray. De este exquisito director, hijo de Gabriel García Márquez, que se prodiga más en series de televisión, y que llena de sensibilidad e inteligencia todas sus películas, he visto cinco de sus seis anteriores, comenzando por su maravilloso debut con "Cosas que diría con sólo mirarla" ("Things you can tell just by looking at her", 2000), siguiendo con "Nueve vidas" ("Nine lives", 2005), "Passengers" (2008), "Madres e hijas" ("Mother and child", 2009) y "Albert Nobbs" (2011). Me falta solo por ver su segunda, "Ten tiny love stories" (2002).

Jesucristo, durante los últimos de los cuarenta días de ayuno e introspección en el interior del desierto, emprende regreso a Jerusalem. Por el camino, debido a las penurias sufridas (hambre y sed, calor y frío extremos) padece delirios, se le aparece el demonio tentándole, poniendo a prueba su fe, además de encontrarse con una familia (padre, hijo y madre enferma) que por allí mora, quedando involucrado en sus problemas, especialmente en el conflicto entre padre e hijo, de similar tenor que sus propias dificultades de comunicación con el Dios Padre, que no parece escuchar sus súplicas.

Una buena película (nota: 6) de maravillosa fotografía y excelentes maneras formales, pero cuyo transcurrir no acabé de alcanzar del todo, salvo en algunos momentos, como en las conversaciones entre Jesús y el diablo (ambos interpretados por Ewan McGregor), lo que más me gustó, en realidad discusiones consigo mismo, con su otro yo, el ángel, caído o no, que todos los hombres llevamos dentro en uno u otro momento, según las circunstancias, a falta de padre que nos escuche y comprenda, delirante locura para algunos u homeopática terapia para otros. Poniendo pie a tierra el mito cristiano, dejándolo en mero hombre con sus dudas, se reflexiona sobre los naturales conflictos entre padres e hijos y sus a veces dramáticos problemas de incomunicación.

Ahora unas citas de sabiduría ajena, que tal vez nos den que pensar y ocupar útilmente nuestra mente:

 - "Sus hijos no son sus hijos, son los hijos y las hijas de los anhelos que la vida tiene de sí misma. Vienen a través de ustedes, mas no de ustedes y aunque vivan con ustedes, no les pertenecen. [...] Pueden darles su amor, mas no sus pensamientos, pues ellos tienen sus propios pensamientos. Pueden esforzarse por ser como ellos, mas no intenten hacerlos como ustedes, porque la vida no marcha hacia atrás ni se detiene en el ayer [...] Ámenlos con libertad, no apaguen el fuego de su hogar, vivan y dejen vivir, así ellos siempre los querrán".  (Khalil Gibran).

 - "En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días".  (Sealtiel Alatriste).

 - "Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua".  (Antoine de Saint-Exupéry).

Besos y abrazos,

Don.
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