martes, 14 de febrero de 2017

Dulces sueños matutinos... ¡Mamma mía!

¡Buenos días!

No, no me voy a poner a cantar por Abba, ni a pedir abba, agua quería decir, que ya dejó de llover y, tras varios días haciéndolo, ya no quiero más, no vaya a ser que además me haga pipí en la cama y mi mamá me regañe... zzzzz... No sé si sigo obnubilado por Morfeo o por las somnolientas legañas que todavía se me agarran a la vista, o a mis neuronas, y si aún (o aun) sueño despierto, cosa de lo más normal cada vez que me recojo en el regazo de estos afectuosamente maternales matutinos.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Felices sueños" ("Fai bei sogni"), basado en el best-seller homónimo y autobiográfico de Massimo Gramellini, dirigido por Marco Bellocchio, e interpretado por Valerio Mastandrea, Bérénice Bejo, Guido Caprino, Barbara Ronchi, Nicolò Cabras, y Roberto Herlitzka. De este veteranísimo director italiano tan solo había visto uno de sus anteriores films, "Buenos días, noche" ("Buongiorno, notte", 2003).

Turín, 1969. Un niño de nueve años disfruta de una idílica infancia junto a su madre. Un día, al despertar, tras haberle deseado ella felices sueños la noche anterior, le dicen que ha muerto, y se rebela ante la noticia, no aceptando la realidad, manteniendo además una tensa y distante relación con su padre. La vida sigue, crece, se hace adolescente y luego adulto, convirtiéndose en periodista, primero deportivo, luego corresponsal de guerra en Sarajevo. En 1999, regresa al hogar familiar para venderlo tras la muerte de su padre, y los atormentados recuerdos de entonces le vuelven de golpe, tanto que comienza a sufrir ataques de pánico. Una doctora que le atiende en el primero de ellos, intentará ayudarle a superarlo.

Buena película (nota: 6) en general, este drama con claroscuras pinceladas de maneras expresionistas, y algunos toques de lúgubre humor algo oblicuo, construido como un puzle de saltos temporales, tanto a su infancia, adolescencia como a diversos episodios de su edad adulta, sobre este apesadumbrado niño necesitado de madre, incluso cuando ya casi es cuarentón, introvertido y solitario, incapaz de superar su prematura muerte. Empezó convencionalmente, sin decirme gran cosa, pero a base de momentos sueltos realmente brillantes, más conforme avanzaba la trama, consiguió engancharme, a pesar de descolocarme con otros, casi tanto como lo estaba su protagonista por el peso de la inesperada ausencia materna, que no acaba de superar, hasta que despierte a la vida de su largo sueño.

Ahora algo de sabiduría ajena, que no sé si nos ayudará a mejor conciliar el sueño o a despertar nuestras mentes:

 - "¿Acaso el sueño no es el testimonio del ser perdido, de un ser que se pierde, de un ser que huye de nuestro ser, incluso si podemos repetirlo, volver a encontrarlo en su extraña transformación?".  (Gastón Bachelard).

 - "Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar".  (Antonio Machado).

 - "Las buenas acciones refrescan la sangre y dan sueños felices".  (Filippo Pananti).

 - "Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no hay que entristecerse. Porque la belleza siempre permanece en el recuerdo".  (William Wordsworth).

Besos y abrazos,

Don.
_____

No hay comentarios: