¡Buenos
días!
Otro
efímero matutino más que viene al mundo, y que en breve nos dejará entre besos
y abrazos, sin llantos, para hacernos más suave la despedida, que trataremos de
llevar con la mejor de las elegancias, lejos de cualquier aspaviento emocional.
Pero son tantos, y llegan con tal regularidad, cual si rolaran en interminable
carrusel, que casi parecen el mismo -de tal palo, tal astilla- que van y vienen
a nuestras vidas cada mañana. Hoy es el último día completo de este delicioso
otoño, que mañana miércoles, poco antes del mediodía, se nos despedirá con su
natural distinción atravesando el umbral solsticial hacia su más allá, para
dejar paso a la siguiente generación, a la estación invernal que ya despunta
por las entretelas del clima.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Éternité",
basada en la novela "L'élégance des veuves" de Alice Ferney, dirigida
por Tran Ahn Hung, y con Audrey Tautou, Mélanie Laurent, Bérénice Bejo, y
Jérèmie Renier. De este director vietnamita tan sólo había visto su anterior
film, el estupendo "Tokio blues (Norwegian wood)" ("Noruwei no
mori", 2010).
Finales
del siglo XIX en Francia. Una familia aristocrática formada por matrimonio y
tres hijas. Una de ellas se casa y tiene seis hijos e hijas, uno de los cuales
se casa con otra mujer, que también es madre de una numerosa prole... Gente que
va naciendo y muriendo. Al final, en nuestros días, en un puente de París, una
joven, de la quinta generación de esa numerosa familia, corre al encuentro de
su amado. Fin.
¿Fin?...
Bueno, seguramente supondremos que terminará por tener otra caterva de retoños,
o no tantos, que en estos tiempos de hoy en día no se estila tal cosa... y así
sucesivamente... Siento, bueno, no lo siento, el haberos destripado el final de
esta historia nada sorprendente... y además os he imaginado a mi estilo el más
allá del final abierto. Disfrutad con el entretanto, quizá, si es que vais a
verla, que yo no la disfruté gran cosa (nota: 4).
En
este film de época, románticamente amanerado, se nos muestra la vida de tres
generaciones de mujeres, y otra de la quinta de esta saga familiar, en la
fugacísima coda final de apenas unos segundos. Y lo hace sin apenas diálogos,
con una voz en off que más me pareció latoso repiqueteo, y una banda sonora que
todo lo invadía, sin apenas resquicio para otras cosas. No me gustó su aburrido
modo de narrar con preciosistas imágenes, a veces sensuales y elegantes, que
tan sólo parecían transmitir sensaciones estéticas, las más de las veces de
postal de cucamonas, y emociones maternales, de vida y muerte, todo muy
dulcificado. Es más, la exaltación de la maternidad que es este film, creo que
debería haber llevado a sus creadores a titularlo "Maternité".
Ahora
llega la sabiduría ajena, en un rápido y breve repaso por un par de citas, que
espero no se me pongan tontorronas y nos crezcan los enanos:
- "La vida, como una cúpula de cristales
multicolores, deforma la blancura esplendorosa de la eternidad". (Percy B. Shelley).
- "Grande es siempre el amor maternal,
pero toca en lo sublime cuando se mezcla con la admiración por el hijo
amado". (Ángel Ganivet).
Besos
y abrazos,
Don.
_____
No hay comentarios:
Publicar un comentario