martes, 1 de julio de 2014

Matutinos nada inflamables y algo perplejos ante los pimpollos

¡Buenos días!

Dado que todavía el ardoroso verano no ha llegado con todo su rigor (máximas que no rebasan los 30ºC), ni nos ha aplatanado aún ni ha agostado los tiernos brotes primaverales que por doquier todavía perduran, como alguna que otra espinilla facial de mi rostro, remedo de mi ya lejana adolescencia. La nada verderona visión y contemplación de mis ideales y juveniles hadas y ninfas matutinas, cual revoltosos brotes verdes abriéndose camino con decisión hacia el vivificante sol, serena mi ánimo, evitando que se encienda por nada.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Foxfire, confesiones de una banda de chicas" ("Foxfire, confessions of a girl gang"), de Laurent Cantet, basada en una novela de Joyce Carol Oates, y con Raven Adamson, Katie Coseni, y Madeleine Bisson, entre varias otras más. Es el sexto largo de este director y guionista, de quien había visto sus dos últimos: la más que sobresaliente y recomendabilísima "La clase" ("Entre les murs", 2008), y "Hacia el sur" ("Vers le sud", 2005).

A mediados de los años 50, en una pequeña ciudad obrera de los Estados Unidos, cerca de Nueva York, un grupo de rebeldes chicas adolescentes deciden formar una banda, a medio camino entre pandilla de barrio, sociedad secreta y hermandad de sangre, a la que llaman Foxfire. Este grupo femenino de justicieras feministas se tatuará una llama en la espalda y jurarán un pacto de lealtad eterna, viviendo según sus propias reglas en una destartalada granja que alquilan, especie de utópica comuna, hartas de ser discriminadas y humilladas por ser mujeres y pobres. Pronto, sus contradicciones se harán patentes al enfrentarse a la rígida realidad que les ha tocado vivir.

Una estupenda película que os recomiendo, que me encantó por las reflexiones que me indujo, por su tono y cadencia, y por lo que cuenta y como lo hace. Cine social (y parabólico sin moralizante dogma, que cada cual sacará sus conclusiones), con un estilo cercano al documental, aunque no tanto como el de su anterior y magnífico film, premiado en Cannes, "La clase". Esta oscura visión antagónica, poco o nada maniquea, del manido feliz sueño americano de los años 50 y 60 a través de estas chicas que quieren ser dueñas de su destino, también puede verse como una especie de alegoría sobre la pérdida de la inocencia y la disipación de las utopías juveniles (o no, según los casos, lo que las hace pervivir a través de las generaciones), o como un peculiar retrato de la formación de grupos revolucionarios, catalizadores de un continuo y necesario cambio, que para ellos es demasiado lento, y que cuando consiguen lo que desean, devienen con facilidad en dogmáticas y estacionarias dictaduras. Paradojas y contradicciones inherentes a las revoluciones muy aceleradas.

Ahora algo de astuta sabiduría ajena, que seguro ayuda a un más sereno análisis de lo que nos rodea:

 - "Un verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la felicidad en esta vida".  (Henrik Ibsen).

 - "Al contrario del esquema habitual me he hecho gradualmente más rebelde a medida que envejezco".  (Bertrand Russell).

 - "El fuego de la leña verde proporciona más humo que calor".  (proverbio español).

 - "Hasta el diablo era hermoso cuando era mozo".  (refrán).

 - "Los pequeños actos que se ejecutan son mejores que todos aquellos grandes que se planean".  (George E. Marshall).

 - "Los privilegiados arriesgarán siempre su completa destrucción antes que ceder una mínima parte de sus privilegios".  (Antonio Gala).

 - "Es la más estéril y peligrosa utopía querer vivir del pasado".  (Richard Wagner).

 - "La desobediencia es la virtud original del hombre. Mediante la desobediencia y la rebelión se ha realizado el progreso".  (Óscar Wilde).

 - "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar".  (Eduardo Galeano).

Besos y abrazos,

Don.
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