¡Buenos días!
Estos sensacionales
matutinos, que no cesan de llevarme de aquí para allá, genios en eso de hacerme
sentir bien, siguen otra mañanita más su natural curso, por el que me dejo
fluir y observo y aprendo de todo lo que a mi vera pasa. El que parece que
tampoco se va a estancar es este anormalmente suave verano, que de aquí a pocos
días llegaremos a su culmen térmico, según pronostican, pues las temperaturas
subirán diez grados o más (la máxima prevista para hoy es de 26ºC), nada
extravagante situación, de lo más normal por aquí en julio, pero que nos
inducirá a vaguear en las somnolientas sobremesas, y quizás a vagar hacia
oníricos mundos.
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo "El extraordinario viaje de T.S. Spivet"
("The young and prodigious T.S. Spivet", "L'extravagant voyage
du jeune et prodigieux T. S. Spivet"), de Jean Pierre Jeunet, y con Kyle
Catlett, Helena Bonham Carter (guapísima, toda vez que, cosa rara, no hace de
bruja o similar), Judy Davis, Callum Keith Rennie, y Niamh Wilson. Es el
séptimo largo de este director, que está basado en la novela de Reif Larsen
"Las obras escogidas de T.S. Spivet" ("The selected works of
T.S. Spivet").
De los seis anteriores, los
dos primeros codirigidos con Marc Caro, he visto todos menos uno (el de la saga
"Alien" en 1997), a saber: "Delicatessen" (1991), "La
ciudad de los niños perdidos" ("La cité des enfants perdus",
1995), "Amélie" ("Le fabuleux destin d'Amélie Poulain",
2001), "Largo domingo de noviazgo" ("Un long dimanche de
fiançailles", 2004),
y "Micmacs" ("Micmacs à tire-larigot", 2009).
Las mejores para mí, por este orden, la delicatessen de "Amelie" y la
rompedora "Delicatessen".
T.S. Spivet es un niño
superdotado de 10 años que no para de idear y construir inventos, y que vive en
un rancho en Montana con su peculiar familia: su padre es un vaquero (cabrero,
en realidad) que añora el viejo oeste, su madre una entomóloga compulsiva, su
hermana mayor sueña con ganar un concurso de belleza, y su hermano mellizo no
cesa de pegar tiros con su rifle. Presenta uno de sus prodigios científicos a
un célebre premio, y lo gana, así que abandona su hogar, sin decírselo a nadie
de su familia, pues siente que nadie le hace caso, y se recorre todo el país,
hasta la ciudad de Washington, para recoger su premio en la fundación
organizadora, donde no saben cual es su edad.
Una buena película, de
buenos efectos visuales, fotografía y factura técnica, que trata de ser emotiva
pero que no me emocionó, ni me dijo gran cosa, excepto algunos momentos sueltos
de interés. Esta peculiar road movie nos habla de la inocente curiosidad
infantil y de su natural sabiduría, y que además de contener todo el imaginario
propio de Jeunet, me recordó por algunos detalles a esa obra maestra absoluta
que es para mí "Una historia verdadera" ("The Straight
story", 1999), de David Lynch.
Ahora, sin solución de
continuidad, algo de extraordinaria sabiduría ajena:
- "Un niño prodigio es alguien que sabe
tanto de niño como de mayor". (Will
Rogers).
- "No tengo talentos especiales, pero sí
soy profundamente curioso". (Albert
Einstein).
- "Las inteligencias poco capaces se
interesan en lo extraordinario; las inteligencias poderosas en las cosas
ordinarias". (Elbert Hubbard).
- "Los viajes, en la juventud, son una
parte de la educación, y en la vejez una parte de la experiencia". (Francis Bacon).
- "A quienes me preguntan la razón de mis
viajes les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que
busco". (Montaigne).
- "Mis viajes más bellos, los más dulces,
los he hecho al calor del hogar, con los pies en la ceniza caliente y los codos
reposando en los brazos desgastados del sillón de mi abuela [...]. ¿Por qué
viajar si no se está obligado a ello? [...]. Es que no se trata tanto de viajar
como de partir; ¿quién de nosotros no tiene algún dolor que distraer o algún
yugo que sacudir?". (George Sand).
Besos y abrazos,
Don.
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