miércoles, 21 de mayo de 2008

Tinieblas matutinas

¡Buenos días!

Aunque esta mañana tenemos una finísima capa de nubes blanquecinas que enturbian ligeramente la luminosidad, ésta es lo suficientemente arrolladora como para hacernos sentir el palpitar vital con entusiasmo, e incluso fomentar las más variopintas ensoñaciones de hedonismo (incluídas mis hadas y ninfas ribereñas), sin la más leve mácula de grisura. Las temperaturas siguen subiendo y ya son paradisíacamente agradables. Así que dejaremos la oscuridad y el oscurantismo para otras épocas.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo el film canadiense "La edad de la ignorancia" ("L'âge des ténèbres"), de Denys Arcand, y con Marc Labrèche. Es la tercera parte de una trilogía compuesta por "El declive del imperio americano", de 1986 y que no he visto, la estupenda "Las invasiones bárbaras", de 2003 (ved su matutino más abajo), y la que hoy glosaré.

La historia se desarrolla en un Quebec con un gobierno hiperregulador, en el que un gris, anodino, hastiado y frustrado funcionario, padre y marido, con el fin de huir de su triste realidad, no cesa de tener ensoñaciones, las más de las cuales son lúbricas y lascivas (con una famosa actriz, con una periodista, con su jefa, y con una compañera de trabajo). Fantasías sobre sexo, amor y deseos de ser famoso, en las que nuestro protagonista se interrelaciona con sus anhelos al estilo de esos personajes en busca de autor de Pirandello. En definitiva una irónica, con cierto grado de acritud, sátira social que no acabó de ser redonda (aunque acabe de modo similar a como empieza, como en un círculo), regular por lo irregular, que tuvo algunos momentos, no muchos, de brillantez, que me recordaron a su anterior film "Las invasiones bárbaras" que sí que me entusiasmó. Además, por algunos detalles, me recordó a la sobresaliente "American beauty", de Sam Mendes.

Bueno, para tratar de despejar cualquier ignorancia, niebla o tiniebla vital que pudiera envolvernos, nada como un poquito de sabiduría ajena:

- "El primer paso de la ignorancia es presumir de saber". (Baltasar Gracián).

- "Nada hay tan común en el mundo como la ignorancia y los charlatanes". (Anónimo).

- "Todos somos ignorantes, pero no todos ignoramos las mismas cosas". (Albert Einstein).

- "Si de verdad queremos empezar a vivir bien, lo mejor es empezar cuanto antes". (Auden).

- "Dichoso el que no ha conocido nunca el sabor de la fama; tenerla es un purgatorio; perderla, un infierno". (Claude Chabrol).

- "Pasé 30 años de mi vida siendo infelizmente exitoso. Era campeón de squash, había acabado mis estudios en Harvard y Cambridge, y tenía dinero ... Pero solo pensaba en cómo ser feliz. Entonces me di cuenta de que la felicidad no residía en el éxito externo, sino en el estado de mi mente". (Ben Shahar).

Besos y abrazos,

Don.

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Cuasi-vespertino de retornos bárbaros
(Lunes, 29 de diciembre de 2003)

¡Buenas casi tardes!

Aunque debería de estar en mis minivacaciones de Navidad, he tenido que retornar por un día a mi feudo laboral desde la bárbara Madrid (aunque sin embargo mi ciudad natal, pero ya bárbara tras cinco años de integración burgalesa), allende nuestras fronteras sureñas, las de la ribera del Arlanzón. Motivos laborales de urgencia. Y mi feudo me ha recibido con frío, amagos de nevadas y posibilidad de esquí por las carreteras, que espero sortear con bien dentro de un ratito con un trineo que acoplaré debajo de las ruedas de mi coche, si fuera menester.

Y estas Navidades he visto la tercera parte de "El señor de los anillos: El retorno del rey", de Peter Jackson. Es la que menos me ha gustado de las tres, pues es la más épica, y no soy muy amigo del estilo épico. Sin embargo, el final, tras la última batalla, es de lo que más me ha gustado de la trilogía. En conjunto, buena película, pasable a pesar de ser para el gran público, muy especialmente porque es fantástica, y eso en general me gusta bastante.

Además, ayer vi en el cine la película franco-canadiense "Las invasiones bárbaras", de Denys Arcand, que obtuvo varios premios en el pasado festival de Cannes. Estupendísima película que me encantó, basicamente por la profundidad e ingenio de montones de frases que se dicen en ella (como me pasa también con las pelis de Woody Allen). Es más, me recordó mucho a la maravillosa "Mi vida sin mí", de Isabel Coixet, además de por parte del tema que trata, también porque está rodada en Canadá, pero con directora y una actriz (secundaria) españolas. Acabo de leer que esta película es de culto en Japón.

Esta bárbara (por lo estupenda) película también me entusiasmó por lo que hace reflexionar sobre las relaciones humanas, las personales y las político-sociales, pues pone en solfa ciertos modos de comportamiento en nuestra sociedad occidental, y todo ello con cierto toque de melancolía y desencanto. En definitiva, que os recomiendo encarecidamente ambas (las dos últimas citadas).

Pues pasemos a nuestras citas bárbaras (ajenas y estupendas), con las que complementar lo que ya se cuenta en estas dos últimas:

- "Cuando la democracia se desgasta y debilita, es suplantada por la oligarquía". (Aristóteles).

- "El tiempo es una ilusión. Y sin embargo ... negar el tiempo es negarse a uno mismo; negar el universo astronómico no es otra cosa que un consuelo secreto disfrazado de una aparente desesperación. El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrastra, pero yo soy el río; es el fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo por desgracia es real. Y yo, desgraciadamente, soy Borges". (Jorge Luis Borges).

- "Pues bien, cuando reflexiono, llego a la conclusión de que son cuatro las razones por las que la vejez parece desdichada: la primera porque aparta de una vida activa; la segunda porque debilita el cuerpo; la tercera porque priva de casi todos los placeres; y la cuarta porque no dista mucho de la muerte". (Marco Tulio Cicerón).

- "Lo malo es que los hombres solo somos inmortales a título póstumo". (Chumy Chúmez).

- "El placer no es sino la ausencia de dolor". (Epicuro).

Besos y abrazos (con placer),

Don.
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