lunes, 12 de mayo de 2008

Conocimiento matutino

¡Buenos días!

A veces, cuando miro a la ribera y sus circunstancias, siento que casi pierdo el conocimiento, como si se me alterara el sentido de la realidad, como si viviera en un mundo paralelo. El caso es que cuanto más conozco, más me doy cuenta de lo que aun queda por conocer. Tenemos hoy un maravilloso día de primavera, fresco y agradabilísimo, soleado, de intensísimo azul celeste y con alguna que otra borra de algodón sucio que parece flotar en azul, mecida por la suave brisa.

Este fin de semana estuve en el cine viendo una película que desde ya mismo os recomiendo encarecidamente, una delicia. Se trató de "Mil años de oración" ("A thousand years of good prayers"), de Wayne Wang, y con Henry O y Feyhong Yu. La vi en versión original (chino mandarín, inglés, inglés macarrónico y farsí-iraní) subtitulada, que si siempre es lo más recomendable, mucho más en este caso, al tratarse de una película sobre la incomunicación, y que de otro modo no hubiera reflejado tan perfectamente que no siempre es tan importante hacerse entender en una lengua como tener (y querer tener) algo que decir.

Esta película preciosa, espléndida y llena de sutilezas y pequeños detalles, nos cuenta la relación entre un padre y su hija. Ella acaba de divorciarse, y su padre, viudo y jubilado, viaja desde China hasta Estados Unidos, donde vive y trabaja ella, para visitarla y acompañarla, tras muchos años de no verse. Fría recepción en el aeropuerto. Nos habla de incomunicación, de soledades, de la incapacidad para exteriorizar los sentimientos, de diferencias y reproches generacionales, del conocimiento de la hija (y viceversa), bastante esquiva y con cierto vacío interior, cuyo corazón parece escondido a gran profundidad. El padre, como cuando se manejan muñecas rusas, trata de ir abriendo capa a capa hasta llegar al interior.

Una película de gestos, miradas, tensos silencios, parca en palabras como la misma hija, conversaciones bastante triviales cuando comen (casi único momento en que hablan). Por contraposición, en los paseos por el parque, el padre traba amistad con una señora iraní, hablando en sus respectivas lenguas maternas y un macarrónico inglés; parece que no se entienden, pero se dicen mucho más que en las conversaciones entre padre e hija. Por cierto, en la película se explica el título, que es casi el final de un proverbio chino, que viene a decir, más o menos, que son necesarios 100 años de oración para la buena convivencia con una persona, pero son necesarios 1000 años de oración para llegar a conocerla verdaderamente.

Vuelvo a insistir, una maravilla que os recomiendo. Por cierto, me recordó en algo a una estupenda película argentina que vi hace pocos años, que también os recomiendo, "El viento", de Eduardo Mignogna, aunque ésta nos mostraba la relación entre un abuelo y su nieta (ved su matutino del 15-09-2005 en http://blogs.ya.com/matutinos/c_7.htm).

Bueno, para ir incrementando nuestro conocimiento, no nos vendría mal un poquito de sabiduría ajena:

- "Nunca tengas hijos, solo nietos". (Gore Vidal).

- "No entiendes realmente algo hasta que se lo puedes explicar a tus abuelos". (Proverbio galés).

- "Silencio es hablar calladamente con su propio dolor, y sujetarlo hasta que se convierta en vuelo, en plegaria o en canto". (Alberto Masferrer).

- "Muchas veces lo que se calla hace más impresión que lo que se dice". (Píndaro).

- "Hay algo amenazante en un silencio demasiado grande". (Sófocles).

- "Las palabras acercan. Los silencios destruyen". (André Maurois).

- "Las palabras son una medicina para el alma que sufre". (Esquilo).

Besos y abrazos,

Don.
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