miércoles, 20 de septiembre de 2023

Cucú matutino de lo más cuco

¡Buenos días!

Vuelvo a acuclillarme, mejor, a acurrucarme en este confortable nidito matutino a disfrutar nuevamente del amanecer en este maravilloso día preotoñal, con sol y nubes y una máxima prevista por los madriles de 23ºC. Una delicia. De aquí no me sacan ni con fórceps, me aferro con uñas y dientes, pero yo mismo decido que en algún momento tendré que salir de nuevo al mundo por mi propia voluntad y medios, pero de momento espero a que llegue la sabiduría ajena y comérmelo a besos y abrazos antes de dejarle partir sin ponerlo a parir.

Antes de ayer por la tarde estuve en el cine viendo "El cuco" (2023), de Mar Targarona, y con Belén Cuesta, Jorge Suquet, Hildegard Schroedter, Rainer Reiners, Chacha Huang, Manel Dueso, David Selvas, y Marina Gatell. De esta directora había visto dos de sus anteriores largos, los más recientes, "Dos" (2021) y "El fotógrafo de Mauthausen" (2018).

Una joven pareja, ella comadrona, él arquitecto, que en breve serán padres primerizos pues ella está embarazada de ocho meses, decide que este año se tomarán unas vacaciones diferentes y allí tratar de reforzar su algo desgastada relación de convivencia, así que a través de una plataforma de internet para esos menesteres, conocen a unos encantadores jubilados alemanes que viven en un pueblo de la Selva Negra, con los que intercambian sus respectivas casas. Todo comienza de maravilla, pero enseguida empezarán a suceder extraños fenómenos, pues los ancianitos tienen otros planes para ellos.

Película que ni me gustó ni me dijo gran cosa (nota: 4) pues, aunque tiene unas muy estilosas maneras formales, su guion me pareció flojucho, lleno de inconsistencias que me hacían descolocarme y tropezar continuamente en lo que trataba de contarnos, y así no disfruté. Es un thriller sobrenatural, con leves toques de terror, más bien poco, pues es más de intriga, de suspense, sin apenas sustos. Entre otras cosas y de manera no demasiado clara, parece hablarnos del mito de la eterna juventud, del irremediable paso del tiempo, y no sé si de lo peligroso que es intercambiar casas.

Aunque algunos dicen, directora incluida, que esta cinta tiene influencias de "La semilla del diablo" ("Rosemary's baby", 1968) de Roman Polanski, a mí no me pareció eso ni de lejos, sino más bien de películas del estilo de ese mito de la ciencia ficción de serie B de los años 50 que es "La invasión de los ladrones de cuerpos" ("Invasion of the body snatchers", 1956) de Don Siegel, o su secuela "La invasión de los ultracuerpos" ("Invasion of the body snatchers", 1978) de Philip Kaufman, ambas una crítica de la paranoia anticomunista estadounidense. Tiene varios homenajes a películas de terror, el más destacable el de una mítica escena de "Psicosis" ("Psycho", 1960) de Alfred Hitchcock, que me chirrió más que los chirridos de la excelente banda sonora de Bernard Herrmann para esa escena.

Cucú, trastrás, por aquí aparecen las citas de sabiduría ajena, daros prisa no vaya a ser que se escondan:

- "La emoción más antigua e intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo e intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido".  (H. P. Lovecraft).

 - "El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma".  (Aldous Huxley).

Besos y abrazos,

Don.

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