viernes, 15 de mayo de 2020

El apego por mis animalotes matutinos

¡Buenos días!

Tras muchos años junto a ellos apenas me he dado cuenta de cuanto han crecido y del cariño que nos une, tanto que me dan ganas de comérmelos... no sé si a mordiscos (y saboreándolos gustosamente), o a besos, de lo buenos que están (o son). La primera opción es hiperbólica broma, imposible de cumplir, una metáfora similar a lo que suele decirse a los rollizos bebés. Pues las primaverales lluvias, con injertos otoñales, de estos últimos días siguen tan afectuosas que no parecen querer despegarse de nosotros. Seguro que en próximos días el sol se abrirá paso entre ellas hasta nuestros corazones. De momento, hoy tendremos 14ºC de máxima prevista con muchas nubes y chubascos tormentosos repartidos por doquier.

Antes de ayer por la tarde estuve viendo en Netflix "Okja" (2017), de Bong Joon-Ho, y con Ahn Seo-Hyun, Tilda Swinton, Paul Dano, Jake Gyllenhaal, Steven Yeun, Byeon Hie-bong, Lily Collins, Giancarlo Espósito, Shirley Henderson, y varios otros más. Es la penúltima película de este director surcoreano que triunfó el pasado año con su multipremiada "Parásitos" ("Gisaengchung", 2019). De sus siete largos hasta ahora, había visto además otros tres de sus anteriores: "Snowpiercer (Rompenieves)" (2013), "The host" ("Gwoemul", 2006), y "Memories of murder (Crónica de un asesino en serie)" ("Salinui chueok", 2003).

Una multinacional agro-alimentaria estadounidense emprende, para lavar su mala imagen, un campaña de promoción de sus productos a través del acogimiento por parte de granjeros repartidos por el mundo de unos cuantos ejemplares de un nuevo tipo de animal transgénico, especie de gigantesco cerdo, híbrido entre este e hipopótamo, que han creado en sus laboratorios para alimentar al mundo. Uno de estos animales, Okja, está en una aislada granja surcoreana en la cima de una montaña al cargo de una preadolescente huérfana que vive junto a su abuelo. Tras diez años cuidándolo con mimo y esmero la multinacional decide llevárselo a sus instalaciones en Nueva York, engañando a la niña, que hará todo lo posible para recuperarlo.

Muy buena película (nota: 7), muy entretenida, con todas las señas de identidad de su director, mezclando géneros cual agraciado Frankenstein mutante o picadillo de hamburguesa con muchos ingredientes entre el pan, tales como comedia con ramalazos de humor grotesco, drama de maduración personal con ternura y sensibilidad, y más, como soterradas referencias cinéfilas incluidas. También sátira esperpéntica que atiza a diestro y siniestro, a las cicateras corporaciones alimentarias que maltratan a los animales que explotan y al medio ambiente en general, a las organizaciones animalistas con patosas inclinaciones terroristas, como ese FLA (Frente de Liberación Animal) de la película, que tanto me recordó a los similares grupúsculos marginales de la genial y magistral "La vida de Brian" ("Life of Brian", 1979) de Terry Jones, con los míticos Monty Python. Empieza como una película casi que infantil (niña con mascota) para irse ennegreciendo paulatinamente hasta volverse bastante siniestra y amarga hacia el final, rayo esperanzador incluido, a pesar de contener una severa crítica a los malestares de nuestra sociedad del bienestar (presunto muchas veces). Tras los títulos de crédito final, hay un bonus extra.

Ahora unas citas de sabiduría ajena, que ya sabéis de mi querencia por ella, tanta que a algunas las tengo casi como mascotas que siempre me acompañan:

 - "El cariño por los animales está tan estrechamente unido a la bondad del carácter que puede afirmarse con seguridad que todo aquel cruel para los animales no puede ser un hombre bueno".  (Arthur Schopenhauer).

 - "Amistad nunca mudable
por el tiempo o la distancia,
no sujeta a la inconstancia
del capricho o del azar,
sino afecto siempre lleno
de tiernísimo cariño,
tan puro como el de un niño,
tan inmenso como el mar".  (José Zorrilla).

Besos y abrazos,

Don.
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