Dulce
murmullo que me hace ronronear de puro placer mientras me dejo acariciar
complacido el breve rato que por aquí paso, para seguir mi camino en busca de
lo que este me depare, a mi libre albedrío, sin cortapisas, sin cortarnos las
alas de nuestros anhelos. Entramos en el mes florido por antonomasia con
calorcito susurrante, que se desbordará en tórrido griterío en pocos días,
según las previsiones. De momento, para hoy, sol y algunas nubes, y 23ºC de
máxima prevista por los madriles.
Ayer
por la tarde estuve viendo otro anime del Studio Ghibli, toda una exquisitez
fílmica que os recomiendo muy encarecidamente que veáis. Se trató de la
deliciosa "Susurros del corazón" ("Mimi wo
sumaseba", 1995), de Yoshifumi Kondô. Está basado en el manga homónimo de
Aoi Hîragi, con guión de Hayao Miyazaki, y es el primer y único largo de este
director japonés, pues murió poco tiempo después de realizarlo, y previamente
fue colaborador de animación de la mayoría de las anteriores películas y series
televisivas de Hayao Miyazaki e Isao Takahata.
Una
joven adolescente amante de los libros, que toma prestados en la biblioteca en
la que trabaja su padre, descubre por casualidad que todos los que ha ido
leyendo últimamente lo han sido poco antes por otra persona, siempre la misma.
Sorprendida por la coincidencia se propone averiguar quién es a partir de lo
único que sabe, su nombre registrado en las fichas. Al poco de comenzar sus pesquisas
se cruza con un gato peculiar que le llama la atención, al que sigue en sus
andanzas callejeras, lo que la lleva hasta una bonita tienda de antigüedades en
la cima de una colina de un barrio residencial a las afueras de Tokio. Al final
descubrirá que el lector incógnito es un joven, estudiante en su mismo
instituto, que es nieto del dueño de la tienda y al que le encantaría ser
luthier. Aunque no le caía demasiado bien desde antes, acabará por enamorarse
de él.
Sobresaliente
película (nota: 9), de delicadísimos romances adolescentes, plenos
de armoniosos sentimientos y emociones de gran pureza, y también historia de
maduración, trufada de honda sabiduría, una sublime maravilla plena de
sutileza, por lo que cuenta y como lo cuenta, por su minuciosa técnica de
animación, perfeccionista, que genera imágenes bellísimas. Es una historia
sencilla, lejos de los cánones fantásticos del Studio Ghibli, aunque con algún
esbozo onírico, pero manteniendo otra de sus señas de identidad, una heroína
adolescente luchando por sus sueños, con esfuerzo, donde la magia aparece en
los detalles de lo cotidiano (y por qué no, también en el amor). Te hace
sentirte plenamente identificado con los protagonistas, especialmente con ella,
por lejos que nos quede ya la adolescencia a gente madura como yo, con sus
inseguridades, confusos sentimientos, tormentas hormonales, e incipientes
deseos de emancipación y de volar a su libre albedrío, que los sensatos
protagonistas logran más fácilmente gracias a sus comprensivas familias. ¡No os
perdáis esta joyita!
Ahora
creo empezar a sentir el rumoroso latido de las citas de sabiduría ajena
acercándose sigilosas cual gatito al acecho de nuestra ignorancia:
- "Que tu sabiduría sea la sabiduría de
las canas, pero que tu corazón sea el corazón de la infancia
candorosa". (Friedrich von
Schiller).
- "No hay en el mundo señoría como la
libertad del corazón". (Baltasar
Gracián).
- "Es algo hermoso eso de la
autocomplacencia, la carencia de preocupaciones, esos días llevaderos, a ras de
tierra, en los que no se atreven a gritar ni el dolor ni el placer, donde todo
parece susurrar y andar de puntillas". (Hermann Hesse).
- "No hay grito más desgarrador que el
susurro de una conciencia intranquila".
(Guillermo Osuna).
Besos
y abrazos,
Don.
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