Pues
sí, que más bien lo que hacen es justo lo contrario, construir desde cero lo
que les es consustancial e inherente, a partir de los retazos que han ido
encontrando por ahí, a imagen y semejanza de sí mismos, o de mí mismo, más o
menos, que sea adrede o por puro azar algún gazapillo se cuela de cuando en
cuando para perturbar su normal funcionamiento en busca de nuevos caminos,
cambiando casi imperceptiblemente en su transcurrir. Y siguen sin querer
desaparecer las nubes y los chubascos más o menos intermitentes en estos días
de primavera revuelta, que se renueva a sí misa a cada instante, brotando por
doquier lo nuevo a partir de los restos de lo antiguo, con máximas muy acordes
al tiempo que vivimos, acercándose con cuidado a los 20ºC, sin tocarlos
todavía, ni por supuesto rebasarlos, no vaya a ser que salgamos ardiendo de
calor antes de tiempo. ¡Bien por ellas!
Este
pasado fin de semana estuve viendo una película que en su día se me escapó de
Netflix, y ahí todavía sigue desde que la estrenaron en marzo de hace dos años,
esperando a que la viese antes de autodestruirse o mutar en vaya usted a saber
qué. Se trató de "Aniquilación"
("Annihilation", 2018), de Alex Garland, basado en la novela homónima
de Jeff Vandermeer, y con Natalie Portman, Óscar Isaac, Jennifer Jason Leigh,
Gina Rodríguez, Tessa Thompson, y Tuva Novotny. Es el segundo largo de este
director, de quien había visto su anterior, la estupenda y muy recomendable
"Ex_machina" (2015).
Tras
haber regresado su marido militar, amnésico y moribundo, de una operación
secreta en la que estuvo desaparecido durante un año, su esposa, exmilitar y
prestigiosa bióloga, se une voluntariamente a una expedición de otras cuatro
científicas que van al mismo sitio en el que estuvo su marido y otras
anteriores expediciones militares, de donde nadie, salvo su esposo, había regresado
antes. Se trata de la Zona X, un misterioso lugar en continuo crecimiento a
partir del punto en el que un meteorito, un par de años atrás, tal vez con
simientes de vida alienígena en él, cayó sobre un faro de la costa y en el que
no cesan de producirse continuas mutaciones de los seres vivos bajo su
influencia, algunos bellos y fascinantes, mientras que otros amenazarán la
existencia, tanto la física como la mental, de los que allí se metan.
Muy
buena película (nota: 7) este thriller psicológico de ciencia ficción,
con algún pequeño ramalazo de terror, de elegante belleza formal, como el
anterior largo de su director, con imágenes bellísimas y fascinantes. Quizá
demasiado críptica o alegórica para mí, o con cierto desparrame mental, y un
final abierto a múltiples interpretaciones, desde luego es inquietante y da que
pensar, sobre de dónde venimos y adónde vamos, del sentido de nuestra
existencia, de las mutaciones como motor de evolución, y no solo en el aspecto
biológico, sino también en los demás, como el amoroso, donde algo tiene que
reducirse a la nada, al menos en apariencia, que la energía ni se crea ni se
destruye, que solo se transforma, para que surja algo nuevo, quien sabe si a
mejor o peor, ya se verá, pues todo cambia, todo fluye y eso no es necesariamente
malo. También puede verse desde el punto de vista de la autodestrucción de la
humanidad, por su mero devenir.
Hacia
el final deja entrever retazos del mito del "doppelgänger", como en
"La invasión de los ladrones de cuerpos" ("Invasion of the body
snatchers", 1956) de Don Siegel; aunque antes me pareció ver destellos de
"Solaris" (2002) de Steven Soderberg (o la homónima
original soviética de Andrei Tarkovsky de 1972), donde los protagonistas, que
orbitan ese planeta, afectados por su metafísica gravedad, observan atónitos la
materialización de sus sueños y pesadillas; pero también de "2001: Una
odisea del espacio" ("2001: A space odyssey", 1968) de Stanley
Kubrick, y no solo por sus partes de imágenes lisérgicas.
Pues
antes de extinguirse este matutino, ahí os deja unas simientes de sabiduría
ajena, que espero prendan, y nos haga cambiar a mejor:
- "Afortunadamente, el hombre solo puede
asumir un cierto grado de desgracia; más allá de ese grado, la desgracia le
aniquila o le deja indiferente".
(Johann W. Goethe).
- "La vida orgánica ha ido evolucionando
gradualmente del protozoo al filósofo; tal evolución, nos aseguran, representa,
sin duda alguna, un progreso. Desgraciadamente, quien lo asegura es el
filósofo, no el protozoo".
(Bertrand Russell).
- "El progreso no consiste en aniquilar
hoy el ayer, sino, al revés, en conservar aquella esencia del ayer que tuvo la
virtud de crear ese hoy mejor".
(José Ortega y Gasset).
- "El pasado podría aniquilarse. Siempre
las penas o el olvido pueden hacerlo. Pero el porvenir es
inevitable". (Óscar Wilde).
Besos
y abrazos,
Don.
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