miércoles, 1 de abril de 2020

Matutino desinterés

¡Buenos días!

No me refiero a su falta de ilusión, nada más lejos de la realidad, sino a su generoso desprendimiento, para con todos, pero muy especialmente para conmigo, acompañándome a las duras y a las maduras, jamás abandonándome, y viceversa. Y en estos últimos días de primavera recién estrenada no parece dejarnos ni a sol ni a sombra este tiempo que remeda el otoño-invernal, con muy tupida y gris nubosidad, con lluvia, cuando no con nieve a la trasnochada o a la madrugada, y que no creo yo que cuaje por estos lares madrileños, con máximas levemente superando los 10ºC y mínimas que se quieren acercar a los cero.

Este pasado fin de semana estuve viendo una película que echaron en TVE2, un clásico de nuestro cine, que ganó el premio FIPRESCI del Festival de Cannes de su año, y que no había visto hasta ahora. Se trató de "Muerte de un ciclista" (1955), de Juan Antonio Bardem, y con Lucía Bosé y Alberto Closas. De este prestigiosísimo director de cine tan solo había visto dos más de su filmografía: "Calle Mayor" (1956), una obra maestra para mí, y "El puente" (1977).

Una pareja de amantes, antiguos novios de adolescencia separados por la guerra civil, enchufado profesor de universidad él, ella actualmente casada con un rico hombre de negocios, regresa en coche a Madrid tras una furtiva cita amorosa y atropellan por accidente a un ciclista. Por miedo a que su relación quede al descubierto lo abandonan moribundo sin socorrerlo. Al poco leen en la prensa que falleció. Los remordimientos le invaden a él, cuya conciencia le reconcome, mientras que a ella le atenaza el miedo, se obsesiona con que todos lo sabrán, su marido la despechará y perderá su estatus.

Una estupenda película (nota: 8) que me gustó por lo que narra, por lo que destila, y por su maravillosa fotografía en blanco y negro, de cuidadísimos encuadres, elegantísimos. Sin embargo me descolocó algo su abrupto montaje, con escarpado racor entre las diversas escenas, no sé si por falta de medios, si por descuido formal, o premeditación estilística rompedora. Audaz retrato de la España de entonces a través de la egoísta peripecia de sus protagonistas, con demoledora crítica social más o menos soterrada, y con reflexiones éticas que se dejan caer por aquí y por allá para que las vayamos cazando al vuelo.

Bueno, pues antes de abandonar este matutino a su suerte, ahí os dejo desinteresadamente estas citas de sabiduría ajena, perdón, una cita y una fábula:

 - "Cuando se pierde el amor, cuando la persona que nos amaba cambia de sentimientos, o de intereses, y nos abandona, o muere, entonces nos damos cuenta de la falta del verdadero amor y sufrimos su ausencia como un auténtico desgarro".  (Antonio Gómez Rufo).

 - "Dos viajeros iban juntos por la carretera cuando de repente apareció un oso. Uno de ellos corrió hacia un árbol, trepó a las ramas y se ocultó. El otro no era tan ágil como su compañero y, como no pudo escaparse, se arrojó al suelo y fingió estar muerto. El oso se le acercó y lo olfateó, pero el viajero se quedó muy quieto y contuvo el aliento, pues dicen que un oso no toca un cadáver, y se alejó. Cuando pasó el peligro, el viajero del árbol bajó y preguntó al otro qué le había susurrado el oso cuando le acercó la boca a la oreja. El otro respondió: «Me aconsejó que nunca más viajara con un amigo que te abandona a la primera señal de peligro». El infortunio pone a prueba la sinceridad de la amistad".  (Esopo).

Besos y abrazos,

Don.
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