Mis
bienhechores matutinos, cual celestes espíritus, cuidan tan bien de mí y con
tal naturalidad que casi ni cuenta me doy, y creo que ni ellos de mi paso por
su mundo, al que suelo entrar de puntillas sin apenas dejar rastro de mis
estancias, dejándolos tal cual me los encontré para que otros que por aquí
quieran disfrutar lo puedan hacer tanto como yo. Como asimismo hago en este
delicioso día de primavera, soleado con algún sutil velo nuboso y 22ºC de
máxima prevista para hoy por los madriles.
Ayer
por la tarde estuve viendo otro anime, "La princesa Mononoke"
("Mononoke-hime", 1997), de Hayao Miyazaki, pues al escribir el
anterior matutino, el de antes de ayer, en el que glosaba otra suya, "Porco Rosso" ("Kurenai no buta", 1992), me
di cuenta de que aunque recordaba haberla visto no escribí en su día el
correspondiente matutino, o no lo publiqué por despiste y se perdió, quizá por
agobios o empanada mental de entonces; ni tampoco de alrededor de que fecha la
vi, aunque sí que me compré su DVD (estimo que hace entre 10 y 15 años) y de
seguidas la vi, pero poco más; así que me dispuse a verla otra vez para poder
dedicarle un matutino.
En
el mitológico Japón ancestral, poblado por humanos, dioses varios y
extraordinarias criaturas de la naturaleza, un joven es atacado por un
gigantesco jabalí endemoniado, que amenazaba a su clan y al que consigue
abatir, pero que antes le deja maldito por una especie de gangrena que comienza
en su brazo derecho y poco a poco va extendiéndose por su cuerpo y alma,
intentando envenenarle de odio. Por ello debe partir de su aldea, sin dejar que
el rencor invada su corazón, según le recomienda la sabia anciana de su
poblado, en busca de sanación al lejano lugar en el que habita un poderoso dios
nemoroso. Cuando llega allí se topa con otra aldea de humanos, que esquilman el
bosque y están en permanente guerra con las deidades y animales que lo pueblan,
y entre los que se encuentra la princesa Mononoke, una humana, hija adoptiva de
una diosa loba, que lucha fieramente contra sus propios congéneres para evitar
la destrucción de la naturaleza.
Muy
buena película (nota: 7), aunque me pasó lo mismo que con "Porco
Rosso", que me gustó algo menos de lo que esperaba, quizá por demasiado
abigarrada de mitos y leyendas japonesas que no acababa de entender muy bien
(falta de conocimiento). Desbordante imaginación, como siempre en Miyazaki, en
esta fabulosa fábula que destila mensajes ecologistas (hay que cuidar la
naturaleza para que ella nos cuide), antibelicistas (a pesar, o precisamente
por ello, de su violencia) y un soterrado y sutil romance adolescente entre sus
dos protagonistas, muy mediatizado por sus guerras. Muestra la oscuridad del
mundo pero siempre con el brillo de la vida pujando por rebrotar y no perecer,
y además sin maniqueísmos, pues nadie es malo, que todos tienen sus motivos
para hacer lo que hacen.
Ahora
unas citas de sabiduría ajena que, cual benefactores hechizos, espero os
encanten:
- "El hacha del leñador le pidió al árbol
el mango, y el árbol se lo dio".
(Rabindranath Tagore).
- "El justo debe imitar al bosque de
sándalo, que perfuma al hacha que lo lastima". (Proverbio indio).
- "La vida es sufrimiento y dificultades,
el mundo y el hombre están malditos, pero aun así insistimos en
vivir". (Hayao Miyazaki).
Besos
y abrazos,
Don.
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