No
sé si clama al cielo, pero hace un calor impropio de estas fechas, con máximas
rondando los 30ºC. No voy a seguir haciendo proclamas meteorológicas, ni a rasgarme
las vestiduras (no sé si por indignación o insolación), tan solo espero,
tranquilamente, a que la naturaleza siga su curso, y en breve sean derrocadas
tan altas temperaturas por alguna que otra borrasca y se avengan a compartir
por aquí abajo con nosotros algo más de frescor, que ya habrá tiempo para la
canícula y ya lidiaremos, negociaremos con ella cuando sea menester.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "La tragedia de Peterloo"
("Peterloo"), de Mike Leigh, y con un montón de actores y actrices, que
es una película muy coral. De este veterano director británico había visto
hasta ahora seis de sus anteriores films, la mayoría sobresalientes y muy recomendables:
"Mr. Turner" (2014), "Another year" (2010), "Happy, un cuento sobre la felicidad"
("Happy-go-lucky", 2008), "El secreto de Vera Drake" ("Vera Drake",
2004), "Todo o nada" ("All or nothing", 2002), y
"Secretos y mentiras" ("Secrets & lies",
1996).
Un
joven soldado británico regresa a su casa, junto a sus padres, en los suburbios
de Manchester, tras haber participado en la batalla de Waterloo (1815),
aturdido superviviente de aquella escabechina (en ambos bandos). No encuentra
trabajo, y su familia vive al borde de la subsistencia pese a trabajar algunos
en una factoría textil, pues debido a la crisis económica a causa de la guerra,
los míseros salarios bajan más, los impuestos suben, y el gobierno impide la
importación de cereales (más baratos fuera) para favorecer a los ricos
terratenientes, que inflan todavía más el precio y los más desfavorecidos
entran en la hambruna. Además, la justicia se ceba con los menesterosos y se
premia con cientos de miles de libras, una indecencia sería también hoy en día,
infinitamente más al cambio actual, al general que lideró la victoria en
Waterloo (nada para los soldados). Los ciudadanos del lugar empiezan a
organizarse y protestar contra el aumento de la pobreza y el nivel de
corrupción institucional, además de exigir total democracia (solo el 2% de la
población, los privilegiados, tenían derecho al voto), de momento solo para los
hombres. En 1819 logran reunirse pacíficamente más de 60.000 personas (hombres,
mujeres y niños) para escuchar un mitin y reclamar sus más básicos derechos, y
la respuesta institucional fue enviar la caballería, que cargó contra la
multitud, provocándose una de las mayores masacres de civiles de la historia
británica durante un acto de protesta, conocida como "la masacre de
Peterloo".
Buena
película (nota: 6), drama histórico, pero sin más drama que el que
ya de por sí ocurrió, una mera y muy aséptica reconstrucción, a la manera
forense, ciñéndose a los hechos, de aquellos sucesos que fueron concatenándose
hasta la fatídica tragedia, henchida de floridas proclamas de unos y de otros,
gobernantes y reformistas, huecas palabras a veces, casi que embrión de todo el
sistema político actual en Occidente (sin olvidar hitos anteriores: la
Revolución Francesa o nuestra Pepa). Una mirada entre distante y afilada al
pasado y, es más, a nuestro mismo presente, tan distinto, tan igual; narrada
desde los diversos puntos de vista de distintos personajes, de alta y baja
alcurnia, lo hace cual si se tratara de la ilustrada lección de un profesor de
Historia, a ratos prolijamente cansina. Como siempre, maestría formal, y de
contenido, la de este enorme director de cine, por lo que cuenta y por como lo
cuenta, que sin embargo esta vez no me entusiasmó.
Bueno,
ya se oye el rumor de la sabiduría ajena sentando sus reales por estos lares,
de la que espero sepamos aprovechar buena parte de lo que nos quiera decir:
- "El fuero para el gran ladrón, la
cárcel para el que roba un pan".
(Pablo Neruda).
- "Los privilegiados arriesgarán siempre
su completa destrucción antes que ceder una mínima parte de sus
privilegios". (Antonio Gala).
- "Ningún ejército puede detener la
fuerza de una idea cuando llega a tiempo".
(Víctor Hugo).
- "La política es una guerra sin efusión
de sangre, y la guerra, una política con efusión de sangre". (Mao Tse-Tung).
- "Nada va bien en un sistema político en
el que las palabras contradicen los hechos". (Napoleón Bonaparte).
Besos
y abrazos,
Don.
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