miércoles, 24 de febrero de 2016

Constrictoras alucinaciones matutinas

¡Buenos días!

Está muy nublado, tal vez llueva esta tarde... y seguro que lo hace, que los chamanes de la meteorología pronostican que por los madriles lo hará con certeza absoluta (probabilidad del 100%). No sé si deliro, pero parece que bajó algo la temperatura, acercándose una pizca más a lo que se espera del invierno, obligándose este a ser más él mismo, dada su pereza casi tropical de este año, sin oprimirnos lo más mínimo con helada alguna. Bueno, dejo de serpentear con mis desvaríos mañaneros del inicio de cada matutino, y paso a glosaros el film que vi ayer por la tarde.

Se trató de "El abrazo de la serpiente", de Ciro Guerra, y con Nilbio Torres, Jan Bijvoet, Antonio Bolívar, Brionne Davis, y Yauenkü Migue. Este film, uno de los nominados de este año a mejor de habla no inglesa para los inminentes premios Óscar, es el primero que veo de este director colombiano.

Un poderoso chamán, último superviviente de su tribu, ya anciano y con la memoria perdida, que vive aislado en lo más recóndito de la selva amazónica colombiana, verá alterada su vacía existencia con la llegada en 1940 de un botánico norteamericano que busca una rara planta, sagrada para las tribus de la zona, y de muy potentes efectos alucinógenos. En su viaje de búsqueda irá recuperando sus recuerdos, cuando en 1909 guió por esas mismas selvas, con bastantes reticencias, a un etnólogo alemán que necesitaba curarse de una grave dolencia con esa misma planta, que documentó en un diario que ahora sigue el botánico.

No me gustó gran cosa (nota: 4), salvo algunos detalles sueltos, esta historia inspirada en los cuadernos de viaje de dos científicos reales, rodada en un precioso blanco y negro y en dos momentos temporales entremezclados, como la misma realidad y las ensoñaciones, tanto las somnolientas provocadas por Morfeo como las lisérgicas por los parientes de su alcaloide. Nos habla sobre la barbarie colonizadora que pervierte todo lo que toca, como a esos buenos salvajes, y a su mítico paraíso terrenal ya perdido, con todo su conocimiento ancestral asociado. Le vi maneras de sendas versiones de "La aventura equinoccial de Lope de Aguirre", la novela de Ramón J. Sender, a saber: "Aguirre, la cólera de Dios" ("Aguirre, der zorn gottes", 1972) de Werner Herzog, y "El Dorado" (1988) de Carlos Saura.

Ahora algo de sabiduría ajena que, cual buena medicina para nuestras neuronas, seguro nos ayuda a librarnos de eventuales opresiones mentales y a navegar con buen tino por entre las serpenteantes sinuosidades de la difusa frontera entre realidad e ilusión:

 - "Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana".  (Eduardo Galeano).

 - "La botánica no es una ciencia; es el arte de insultar a las flores en griego y en latín".  (Alphonse Karr).

 - "La religión no es otra cosa que la sombra del universo proyectada sobre la inteligencia humana".  (Víctor Hugo).

 - "Un sueño que sueñas solo es sólo un sueño. Un sueño que sueñas con alguien es una realidad".  (John Lennon).

 - "Todo lo que vemos o parecemos es solamente un sueño dentro de un sueño".  (Edgar Allan Poe).

 - "Advertir la vida mientras se vive, alcanzar a vislumbrar su implacable grandeza, disfrutar del tiempo y de las personas que lo habitan, celebrar la vida y el sueño de vivir, ése es su arte".  (Doménico Cieri Estrada).

Besos y abrazos,

Don.
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