miércoles, 31 de mayo de 2017

Real matutino real

¡Buenos días!

... O viceversa, que no sé si de verdad me siento el rey de estos matutinos o es verdadera su soberana magnanimidad. El caso es que los reverencio y ellos, en correspondencia, me rinden pleitesía, espero que real, sin boato palaciego, de la de verdad, aunque ellos sean una ficción mía soberanamente cierta para mí. Y todo este desvarío, no sé si absurdo, a la fresca de la mañana, sin tener recocido el seso por los calores del pasado fin de semana, ni el que parece querer volver a hacer, pues hoy tendremos 28ºC de máxima con sol y algunas nubes de armiño deambulando perdidas por la inmensidad celeste, casi de la mano junto a otras grises más sucias y plebeyas.

Antes de ayer por la tarde estuve en el cine viendo "El rey de los belgas" ("King of the belgians"), de Peter Brosens y Jessica Woodworth, y con Peter van den Begin, Lucie Debay, Titus de Voogdt, Bruno Georis, y Pieter van der Houwen. Es el primer film que veo de cualquiera de este par de directores (belga él y estadounidense ella). Una nota cultural necesaria: Bélgica está formada básicamente por dos grandes regiones, que tradicionalmente no se llevan demasiado bien, Valonia, al sur, donde se habla francés, y Flandes, al norte, donde se habla neerlandés.

Un ficticio rey de Bélgica, pelín alelado, que parece ausente del mundo y se siente una marioneta del protocolo palaciego, realiza una visita de estado a Turquía para estrechar lazos diplomáticos y tratar de una posible adhesión de estos a la Unión Europea, a la par que el palacio encarga a un ex reportero inglés de la guerra de los Balcanes venido a menos para que realice un documental sobre el monarca con el fin de mejorar su imagen de persona sosa y aburrida. Mientras se encuentran allí se produce una fuerte tormenta solar, que incluso provoca inusuales auroras boreales en Estambul, con lo que no son posibles los vuelos de avión ni la telefonía móvil debido a la inutilización de los satélites por la excesiva radiación electromagnética solar. En ese momento le llega al monarca la noticia de que la región de Valonia ha proclamado su independencia de Bélgica, que deja de existir como tal país y su puesto como soberano unificador carece de sentido. Sin esperar al restablecimiento de las comunicaciones y desoyendo los consejos del gobierno turco, decide regresar inmediatamente en autobús junto al cineasta y su reducido séquito, atravesando Europa a través de los Balcanes, cual migrantes refugiados, desharrapados e indocumentados.

Una buena película (nota: 6), extraña, road movie (momento patera movie incluido) con mirada de avieso documental, también socarrona comedia, no de las de reír sino de las de esbozar sonrisas retorcidas, plena de absurdas y delirantes situaciones, tanto que casi serían factibles y reales, por el irreal rey que las padece, y por la realidad de aquí y ahora, no solo aplicable a la misma Bélgica, obviamente, sino por ejemplo a esta España nuestra... y a toda la Unión Europea como inestable unidad.

Podría asemejarse la encorsetada corte palaciega belga del film, desconocedora de la realidad de su ciudadanía, con la burocracia de la UE, más preocupada del mercado que de sus ciudadanos, lo que podría llevarnos al Atomium (de Bruselas, la belga y la europea)... a atomizaciones nacionales, quería decir, más o menos posibles en el futuro próximo (sea en Bélgica, España o la UE), como ya lo fueron recientemente en los Balcanes. Una de política-ficción, y real (en ambos sentidos) toma de conciencia, con bastante carga metafórica sobre inmigración y cohesión (nacional e internacional) y sobre los absurdos sinsentidos protocolarios, el colmo del encorsetado eufemismo, vanas palabras en las antípodas de la verdadera realidad cotidiana de los ciudadanos de a pie, que se evaporan ante la prosaica y tozuda realidad.

Ahora algo de sabiduría ajena, que a lo mejor ayuda a que bajemos de nuestro pedestal, real o irreal:

 - "Malos reyes, muchas leyes".  (Refrán).

 - "Hablar a la real de España, sin usar torcida maña".  (Refrán).

 - "Todo ciudadano es rey bajo un rey ciudadano".  (Charles Simon Favart).

Besos y abrazos,

Don.
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