¡Buenos
días!
Otro
matutino más, tan mirlo blanco para mí como cualquiera otro de ellos, que se
eleva decididamente al poco de abrirle el cascarón de la oscura caverna de mis
entendederas, sin lastres que le impidan surcar sus anhelos a su libre
albedrío. No le pediré que me rinda cuentas por dejarme, ni espero que él por
permitírselo. Quid pro quo entre dos seres libres y con capacidad para decidir.
Por lo demás, la soleada primavera resurge de sus cenizas tras los chaparrones
de antes de ayer que, bien mirados, y mejor utilizadas, abonaron todavía más su
exultante y pizpireta verde lozanía. Para hoy tendremos 26ºC de máxima
prevista, y subiendo para días posteriores.
Este
fin de semana estuve en el teatro viendo la obra "Blackbird",
escrita por David Harrower, dirigida por Carlota Ferrer, e interpretada,
magníficamente, por Irene Escolar y José Luis Torrijo. Otra vez más que me dejó
fascinado esta portentosa actriz que es Irene Escolar, a quien hace poco vi
también en teatro en "El público" de Federico García Lorca, amén de haberla
visto algunas veces más actuar tanto en cine como en televisión.
Una
mujer joven visita sorpresivamente en su puesto trabajo a un hombre maduro que
queda conmocionado por tal hecho. Quince años atrás, cuando ella tenía 12 y él
40, mantuvieron una fugaz y prohibida pasión amorosa. Él, tras varios años de
prisión acusado de abuso sexual a menores, ha cambiado de nombre y residencia,
ha rehecho su vida con otra mujer, y no quiere recordar nada de aquello; pero
ella, que no ha olvidado nada, viene a pedirle cuentas no sabe con qué
intención, quizá con ganas de venganza, tal vez buscando reavivar aquel amor,
pero siempre queriendo saber qué pasó.
Una
muy buena obra (nota: 7) que nos pone frente a incómodas cuestiones
éticas, confrontándonos a ellas sin rubor ni tapujos. Historia de un desgarro
emocional, sobre cómo afrontar el dolor por el amor perdido y no resuelto en su
momento, bien olvidando para tratar de seguir adelante, bien reconcomiéndose y
estancándose en el pasado, siempre bordeando los límites de la moralidad
vigente y provocando que los espectadores se hagan preguntas, muchas y
variadas, poliédricas.
Dado
que parece que el leitmotiv de esta obra, amén de algún caso real, pudiera ser
la canción de los Beatles "Blackbird", compuesta en 1968 por John Lennon y Paul
McCartney, la sección de sabiduría ajena de hoy no puede sino contener sus
traducidos versos (quitados los estribillos):
- "Mirlo que cantas al final de la noche,
toma
estas alas rotas y aprende a volar.
Toda
tu vida has estado esperando
este
momento para alzar el vuelo.
Mirlo
que cantas al final de la noche,
toma
estos ojos hundidos y aprende a mirar.
Toda
tu vida has estado esperando
este
momento para ser libre.
Vuela,
mirlo, vuela,
hacia
la luz de la noche oscura y negra [...]". (Lennon & McCartney).
Besos
y abrazos,
Don.
_____
No hay comentarios:
Publicar un comentario