¡Buenos días!
En este soleado y agradable
día de transición entre las lluvias de ayer y las de mañana, con máxima
prevista en los madriles de 10ºC, no es que me haya puesto a abrasar en
infernal parrilla alguna a ninguno de mis matutinos, que me gustan al natural,
tal cual son. Lo del sufijo "cidio" del título es por la hora de
publicación, al filo del vespertino, cuando ya la mañana casi murió por la
llegada de la tarde, que no por hacerlos desaparecer, que hay buena fraternidad
entre todos y yo, que los di a la luz del mundo, los mimo y cuido, como ellos
también hacen conmigo, en total armonía y mutua bondad.
Ayer por la noche estuve en
el teatro viendo una obra de teatro. Se trató de "Los hermanos
Karamazov", adaptación de la inmortal novela de Fiódor
Dostoievski, una de las cumbres de la literatura universal, dirigida por
Gerardo Vera, y con Juan Echanove, Fernando Gil, Óscar de la Fuente, Marta
Poveda, Markos Martín, Lucía Quintana, y Ferrán Vilajosana, entre otros. De
esta obra hay una adaptación cinematográfica homónima, de 1958, dirigida por
Richard Brooks, y que me suena que no vi entera cuando la pasaron por
televisión.
Un rico terrateniente,
viudo, dado a todos los vicios, es todo un déspota con sus cuatro hijos. El
mayor, de su primer matrimonio, es militar, dilapidador de su fortuna, y el más
parecido al padre en su modo de comportarse. El segundo, de su segundo
matrimonio, es un frío y racional filósofo. El tercero, también de su segundo
matrimonio, es un muy bondadoso y espiritual novicio de un convento. Y el
cuarto, hijo ilegítimo tenido con una vagabunda, vive en casa del patriarca
como criado, casi un esclavo. El padre y el primogénito están enamorados de la
misma mujer y tienen continuas disputas por ella y por la herencia de la
primera esposa. El tiránico progenitor quiere que su hijo mayor case con una
rica heredera, enamorada perdidamente de éste por un pasado favor recibido,
para aumentar su fortuna, pero él ama a la otra, y además es amada por el
segundo hijo. El tercer hijo trata de mediar en todas estas trifulcas
familiares, pues todos los hermanos, salvo él, odian a su padre de uno u otro
modo.
Espléndida representación
teatral (nota: 8), a la que tal vez hubiera recortado algo
de las tres horas y veinte minutos de su duración, de sobresalientes puesta en
escena, coreografía e interpretaciones actorales, e iluminación, basada en la
intensísima y tremenda historia narrada en la novela, que nos habla de muchos
grandes temas. Básicamente de la naturaleza humana y de que en todos y cada uno
de nosotros está compendiado simultáneamente lo mejor y lo peor, en diferentes
dosis, eso sí, pero siempre podremos tornarlo. También de moral y religión (o
de su ausencia), de amor y odio, de culpas, arrepentimientos y remordimientos,
del castigo y del perdón. Además de nuestra errada visión de los demás, de que
a veces vemos bondad en la maldad, y viceversa, lo que nos lleva a sufrir más
de la cuenta, y a hacer sufrir a los demás.
Ahora algo de sabiduría
ajena, que tal vez nos ayude a sacar lo mejor de nosotros mismos para disfrute
de nuestros hermanos:
- "Ningún amigo como un hermano; ningún
enemigo como un hermano".
(Proverbio indio).
- "Siete hermanos de un vientre, cada uno
de su miente". (Refrán).
- "Quien dijo hermano, dijo herir con la
mano". (Refrán).
- "Entre padres y hermanos, no metas tus
manos". (Refrán).
- "Basta una gota de miedo para que el
amor se convierta en odio". (James
M. Cain).
- "Y no hay deleites humanos
ni más grandes ni más sanos
que estos que son mi ideal:
pan de trigo candeal
comido en paz y entre
hermanos". (José María Gabriel y
Galán).
Besos y abrazos,
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