sábado, 2 de enero de 2016

Casi un parricidio matutino

¡Buenos días!

En este soleado y agradable día de transición entre las lluvias de ayer y las de mañana, con máxima prevista en los madriles de 10ºC, no es que me haya puesto a abrasar en infernal parrilla alguna a ninguno de mis matutinos, que me gustan al natural, tal cual son. Lo del sufijo "cidio" del título es por la hora de publicación, al filo del vespertino, cuando ya la mañana casi murió por la llegada de la tarde, que no por hacerlos desaparecer, que hay buena fraternidad entre todos y yo, que los di a la luz del mundo, los mimo y cuido, como ellos también hacen conmigo, en total armonía y mutua bondad.

Ayer por la noche estuve en el teatro viendo una obra de teatro. Se trató de "Los hermanos Karamazov", adaptación de la inmortal novela de Fiódor Dostoievski, una de las cumbres de la literatura universal, dirigida por Gerardo Vera, y con Juan Echanove, Fernando Gil, Óscar de la Fuente, Marta Poveda, Markos Martín, Lucía Quintana, y Ferrán Vilajosana, entre otros. De esta obra hay una adaptación cinematográfica homónima, de 1958, dirigida por Richard Brooks, y que me suena que no vi entera cuando la pasaron por televisión.

Un rico terrateniente, viudo, dado a todos los vicios, es todo un déspota con sus cuatro hijos. El mayor, de su primer matrimonio, es militar, dilapidador de su fortuna, y el más parecido al padre en su modo de comportarse. El segundo, de su segundo matrimonio, es un frío y racional filósofo. El tercero, también de su segundo matrimonio, es un muy bondadoso y espiritual novicio de un convento. Y el cuarto, hijo ilegítimo tenido con una vagabunda, vive en casa del patriarca como criado, casi un esclavo. El padre y el primogénito están enamorados de la misma mujer y tienen continuas disputas por ella y por la herencia de la primera esposa. El tiránico progenitor quiere que su hijo mayor case con una rica heredera, enamorada perdidamente de éste por un pasado favor recibido, para aumentar su fortuna, pero él ama a la otra, y además es amada por el segundo hijo. El tercer hijo trata de mediar en todas estas trifulcas familiares, pues todos los hermanos, salvo él, odian a su padre de uno u otro modo.

Espléndida representación teatral (nota: 8), a la que tal vez hubiera recortado algo de las tres horas y veinte minutos de su duración, de sobresalientes puesta en escena, coreografía e interpretaciones actorales, e iluminación, basada en la intensísima y tremenda historia narrada en la novela, que nos habla de muchos grandes temas. Básicamente de la naturaleza humana y de que en todos y cada uno de nosotros está compendiado simultáneamente lo mejor y lo peor, en diferentes dosis, eso sí, pero siempre podremos tornarlo. También de moral y religión (o de su ausencia), de amor y odio, de culpas, arrepentimientos y remordimientos, del castigo y del perdón. Además de nuestra errada visión de los demás, de que a veces vemos bondad en la maldad, y viceversa, lo que nos lleva a sufrir más de la cuenta, y a hacer sufrir a los demás.

Ahora algo de sabiduría ajena, que tal vez nos ayude a sacar lo mejor de nosotros mismos para disfrute de nuestros hermanos:

 - "Ningún amigo como un hermano; ningún enemigo como un hermano".  (Proverbio indio).

 - "Siete hermanos de un vientre, cada uno de su miente".  (Refrán).

 - "Quien dijo hermano, dijo herir con la mano".  (Refrán).

 - "Entre padres y hermanos, no metas tus manos".  (Refrán).

 - "Basta una gota de miedo para que el amor se convierta en odio".  (James M. Cain).

 - "Y no hay deleites humanos
ni más grandes ni más sanos
que estos que son mi ideal:
pan de trigo candeal
comido en paz y entre hermanos".  (José María Gabriel y Galán).

Besos y abrazos,

Don.
_____

No hay comentarios: