¡Buenos días!
Estos matutinos soñadores y
sentimentales que más que exiliarse emigran de un lugar a otro siguiendo la
estela que les voy marcando en mi personal devenir andan ya muy cerca de su
mayoría de edad legal, los 18, pero creo que me maduraron mucho, mucho antes,
adquiriendo tal sensible sensatez que a veces me pregunto si no la tienen más
que yo mismo, que soy su álter ego. En cuanto a las cuestiones del tiempo
meteorológico, el verano astronómico está a una semana de exiliarse
voluntariamente, y parece querer irse antes de tiempo y cederle sus trastos al
muy romántico otoño, que para hoy hay previstas abundantes lluvias, con máxima
de 20ºC, cielo muy gris y bastante viento debido al velocísimo borrascón que
nos cruzará en un abrir y cerrar de ojos, pues mañana volverá a lucir el sol
como si tal cosa.
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo "Los exiliados románticos", de
Jonás Trueba, y con Francesco Carril, Luis E. Parés, Vito Sanz, Renata
Antonante, Isabelle Stoffel, y Vahina Giocante. Es el tercer largo de este
director, de quien había visto tan solo su primero, "Todas las canciones hablan de mí" (2010). Es hijo de
su también colega profesional Fernando Trueba.
Final del verano. Tres
jóvenes amigos emprenden un viaje sin motivo aparente en la pequeña
autocaravana de la madre de uno de ellos. Parten de Madrid, pasan los Pirineos
y llegan a Toulouse. Uno de ellos se encuentra allí con un antiguo amor y
hablan de sus cosas. Siguen los cuatro hasta Annecy, donde el segundo hace lo
propio. Los cinco llegan a Paris, donde el tercero se cita con un fugaz y platónico
amor de verano, cuando hace pocas semanas la conoció en una playa mediterránea.
Película irregular (nota:
2), hecha a trozos mal engarzados, casi inconexa, plena de
deshilachados flecos, con maneras de video casero de aficionado con ínfulas de
cineasta (no sé si hecho así adrede), con reflexiones de baratillo, frases
hechas de andar por casa, que en general nada me dijo y me aburrió bastante al
transitar por demasiados lugares comunes. Hablada en varios idiomas, las más de
las veces impostados, esta especie de road movie, también buddy movie, sobre
unos infantiloides personajes, los masculinos sobre todo, que parecen ir en
busca de un qué sé yo para tratar de dar carpetazo a su juvenil etapa vital
revisitando pasados amores. Entre tanta ramplonería, hubo una escena que
incluso me encantó, tanto que tuve la sensación por unos pocos minutos de estar
viendo otra película distinta, la de la patosa declaración de amor en los
parisinos Jardines de Luxemburgo. Seguro que ayudó el que empaticé mucho con ella,
me sentí muy identificado.
Ahora algo de sabiduría
ajena, que a lo mejor nos ayuda a poner los pies en la tierra, pero sin
abandonar del todo las etéreas nubes de los románticos anhelos:
- "Nada impide tanto ser natural como el
deseo de parecerlo". (François de
La Rochefoucauld).
- "No es bueno que todo suceda como
deseamos. Cuando todo nos sonríe en el mundo, nos apegamos a éste muy
fácilmente y el encanto es muy fuerte. Por eso, y porque Dios nos ama, no
permite que durmamos mucho y muy cómodamente en este lugar de
destierro". (Jacques Benigne
Bossuet).
- "La cosa que mantiene la vida romántica
y llena de ardientes posibilidades es la existencia de esas grandes
limitaciones vulgares que nos obligan a todos a enfrentarnos a las cosas que no
nos gustan o que no esperamos".
(Gilbert K. Chesterton).
- "El amor, como la hierba verde, como
los árboles y la música de la vida, es sólo para la corteza del mundo; viene y
se va, igual que un sueño. Por debajo está el deber, como una capa ruda de
piedra, una inmensa carga que nadie puede variar". (Rabindranath Tagore).
Besos y abrazos,
Don.
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