¡Buenos días!
Otra mañanita más en la que
cumplo mi encendido deseo de estar por aquí, en este día de otoño primerizo
(llevamos sólo dos días) que más parece veranillo con esos 28ºC de máxima
prevista para hoy por los madriles, que no permiten ni soñar que vaya a helar
lo más mínimo, pululando junto a mis hadas y ninfas en este etéreo matutino,
tan lejos y tan cerca a la vez de mi otra realidad, sin todavía posar los pies
en el suelo hasta que salga, cuando me despida con mis usuales besos y abrazos
y con la sensación de que se me hizo muy corto el viaje.
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo un peliculón, no precisamente porque me haya entusiasmado, sino
por su inmensa duración de casi cuatro horas (hubo un necesario intermedio para
estirar las piernas y distender las vejigas). Se trató de "Heimat
- La otra tierra" ("Die andere heimat - Chronik einer
sehnsucht"), de Edgar Reitz, y con Jan Dieter Schneider, Antonia Bill, y
Maximilian Scheidt. Es el primer largo que veo de este octogenario director
alemán.
Durante la década de 1840 la
pobreza y la hambruna se enseñorea de casi toda Europa, lo que obliga a miles
de familias a emigrar hacia Sudamérica. En un remoto pueblo alemán un joven, el
hijo pequeño de una humilde familia de herreros, devora libros de viajes y
sueña con ir a Brasil a buscarse una vida mejor. Mientras tanto, va narrando
sus cotidianas peripecias y anhelos en las hojas de su diario.
Película de muy buenas
maneras formales, de fotografía en blanco y negro de gran belleza, con sutiles
pinceladas de color sobre pequeños detalles, pero cuya historia y modo de
contarla no me dijeron gran cosa (nota: 4). A ratos
sueltos, pocos, sí que me gustó mucho este drama humano y social, a través de
la vida de dos hermanos opuestos, y sobre el trasfondo de un país hundido en la
pobreza tras múltiples guerras y expoliado por una despótica y absolutista
clase dirigente, lo que impele a buena parte de sus gentes, peleles de tal
situación, a la emigración forzada, a un viaje lleno de vicisitudes, pero no
más ni peores que las que ya viven en su lugar de origen.
Ahora algo de sabiduría
ajena, que ayude a volar a nuestra imaginación, pero sin despegar en exceso los
pies de la tierra:
- "Los mejores libros son aquellos que
quienes los leen creen que también ellos pudieron haberlos escrito". (Blaise Pascal).
- "La vida es un libro del que, quien no
ha visto más que su patria, no ha leído más que una página". (Filippo Pananti).
- "Toda la tierra está al alcance del
sabio, ya que la patria de un alma elevada es el universo". (Demócrito).
- "El deseo es un anhelo del pensamiento
hacia el porvenir". (Simone Weil).
- "¿Por qué contentarnos con vivir a
rastras cuando sentimos el anhelo de volar?". (Helen Keller).
- "Es necesario esperar, aunque la
esperanza tenga que verse siempre frustrada, pues la esperanza misma
constituye, por lo general, una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean,
son menos horribles que su extinción".
(Samuel Johnson).
Besos y abrazos,
Don.
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