miércoles, 7 de agosto de 2019

Indómito matutino desesperado

¡Buenos días!

No espero otra cosa cada vez que llego a los matutinos que encontrarme la mar de tranquilo y a cultivarme en la medida de lo posible y así poder escribirlos y describirlos según me van dejando ellos que lo haga. Hoy el verano parece haberse domesticado, han bajado las temperaturas, con los 30ºC de máxima prevista por los madriles. Espero que dure, aunque si no, no desesperaré, que ya queda menos para el próximo equinoccio.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "El peral salvaje" ("Ahlat Agaci"), de Nuri Bilge Ceylan, y con Dogu Demirkol y Murat Cemcir. Es el octavo largo de este prestigioso director turco, de quien había visto hasta ahora sus cinco últimos (me faltan los dos primeros), a saber, "Sueño de invierno" ("Kis uykusu", 2014), "Érase una vez en Anatolia" ("Bir zamanlar Anadolu'da", 2011), "Tres monos" ("Üç maymun", 2008), "Los climas" ("Iklimler", 2006), y "Lejano" ("Uzak", 2002).

Un joven que acaba de terminar sus estudios universitarios de magisterio regresa a su pueblo natal, a la casa de sus padres. Tiene la intención de presentarse a las oposiciones de maestro, y también de publicar la novela, quizá ensayo, quizá ambos a la vez, con el mismo título que la película, que ha escrito mientras estudiaba, pero no tiene dinero para hacerlo, ni sus padres tampoco, empeñados en grandes deudas debido a la ludopatía de su padre, también maestro de escuela, y de la que trata de salir. Inicia un periplo entre diversas gentes que puedan financiarle y asesorarle, a la par que se va reencontrando con el resto de familiares y diversas amistades.

Muy buena película (nota: 7) este drama familiar de relaciones paterno-filiales, de metraje desmedido, a mi entender, que me hubiera quedado en magistral, como otras anteriores suyas, si el autor se hubiese esmerado en el corte y confección, es decir, en recortarlo bastante, pues todas sus inmensas bondades quedan diluidas entre tanta desmesura métrica. Como siempre, suma profundidad de contenido, cual pozo inacabado siempre en trance de ir más hondo, y bellísimas imágenes y maneras estéticas, pero a ratos sueltos y serenamente extendidos y distendidos, con tres de ellos sublimes para mí. Además, de refilón, me pareció un ejercicio de metaliteratura cinematográfica, o viceversa, o allende o aquende, pues cine, literatura y la vida misma, la de sus autores, sean de ficción o reales, están entrelazadas.

Se centra en el deambular, por el espacio físico y el intrínseco anímico, del desubicado y desesperanzado protagonista, al que no parece gustarle su vida, ni su familia, ni nadie, ni él mismo, cabreado con todo y con todos, y consigo mismo; ni sabe cómo hacer para salir de esa situación. Todo a través de largos planos secuencia repletos de diálogos muy filosóficos de profunda sabiduría, e incluso de agrias discusiones, pero sumamente serenas en general, lanzando su veneno con dulzura, cual sanador jarabe infantil. Si queréis saber que pinta el peral salvaje en la historia, aparte de ser el título de su novela, esperad a casi la última escena, la última charla con su padre, uno de esos exquisitos momentos del film.

Ahora, para tratar de domar nuestra desesperanza en la medida de lo posible, ahí os dejo algo de sabiduría ajena, amén de la mucha que se espeta en el film, comenzando por dos recomendaciones al director del film por si las leyera (¡quién sabe!), me hiciera caso, y consiguieran arrebatarme de pleno sus obras:

 - "Lo bueno, si breve, dos veces bueno; y aun lo malo, si poco, no tan malo. Más obran quintasesencias que fárragos".  (Baltasar Gracián).

 - "Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre".  (Albert Einstein).

 - "A veces nuestro destino semeja un árbol frutal en invierno. ¿Quién pensaría que esas ramas reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así sea, y sabemos que así será".  (Goethe).

Besos y abrazos,

Don.
_____

No hay comentarios: