Cocidos
en nuestros propios jugos, al calor del sol veraniego, vamos a quedar tan
tiernos y sabrosos que no hará falta aderezo alguno para saborearnos con
deleitosa fruición. Así que parece que no hay más receta que dejarnos mimar por
el sol y dejar que este se vaya apagando camino del otoño aún lejano. Hoy
tendremos 34ºC de máxima por los madriles, que serán menos mañana, cuando es
posible que acabemos pasados por agua ante los eventuales chaparrones que
pudieran caer. Pero eso será mañana.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "El cocinero de los últimos
deseos" ("Kirin no shita no kioku"), de Yojiro
Takita, y con Kazunari Ninomiya, Hidetoshi Nishijima, Go Ayano, Yoshi Oida, Aoi
Miyazaki, Daigo Nishihata, y Yutaka Takenouchi. De este veterano director
japonés había visto tan solo uno de sus anteriores películas, "Despedidas" ("Okuribito", 2008).
Un
reputadísimo cocinero japonés, con un don que le permite replicar cualquier
plato que haya probado antes, perfeccionista hasta la exasperación, quiebra con
su afamado restaurante de alta cocina y queda entrampado por las deudas. Para
intentar pagarlas se dedica a cocinar por encargo para gente adinerada que
desea, antes de morir, que les elabore un último plato que recuerdan de su
pasado, si están dispuestos a pagarle un millón de yenes por cada servicio. Un
día recibe un particular encargo de un muy anciano cocinero chino, el más
famoso de allá, para que le cocine un espectacular banquete imperial creado por
otro cocinero japonés durante los años 30 del siglo pasado en la Manchuria
invadida por los nipones, pero no dispone de las recetas, así que antes le
encomienda que vaya a buscarlas, dándole tan solo una leve pista.
Una
muy buena película (nota: 7), este entre melodrama y thriller culinario y
existencial, en el que con la exquisita delicadeza japonesa se nos guisa un
equilibrado momento de cine, a pesar de algún leve exceso de emotividad, bien
digerido por mí gracias a la envolvente suavidad del conjunto. La trama se
desarrolla en dos épocas, ligando a dos cocineros, uno de antes y otro de
ahora, en el que este, más que indagar sobre un recetario del pasado, lo hace
sobre sí mismo.
Ahora
unas citas de sabiduría ajena, preciados ingredientes con los que sazonar
nuestro intelecto, últimamente bastante recocido por tanto calor:
- "Deberíamos procurar alimentar la
inteligencia percibiendo sensaciones; para ello tendríamos que oír una dulce
canción, leer una hermosa poesía, ver una bella pintura y, si posible fuera,
hablar algunas palabras sensatas".
(Johann W. Goethe).
- "El zapato que va bien a una persona es
estrecho para otra: no hay receta de la vida que vaya bien para
todos". (Carl Gustav Jung).
- "La vida interior necesita una casa
confortable y una buena cocina".
(D. H. Lawrence).
Besos
y abrazos,
Don.
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