¡Buenos días!
Otro tibio día de otoño de
máximas queriendo coquetear con los 15ºC de máxima, de esos que nos tratan con
benevolencia, y sin abusar de nuestro bienestar sometiéndonos a imposibles
condiciones meteorológicas. Es justo que, en correspondencia, regalemos bondad
por doquiera que pasemos, con independencia de los chuzos de punta que pudieran
caernos.
Este fin de semana estuve en
el teatro viendo una de las obras maestras de William Shakespeare, "El
mercader de Venecia", dirigida por Eduardo Vasco, e
interpretada por Arturo Querejeta, Toni Agustí, Isabel Rodes, Francisco Rojas,
Fernando Sendino, Rafael Ortiz, Héctor Carballo, Cristina Adua, y Lorena López.
Es la segunda vez que veo o leo esta obra, pues hace unos diez años vi una
adaptación cinematográfica: "El mercader de Venecia" ("The merchant of
Venice", 2004), de Michael Radford, y con Al Pacino y Jeremy Irons.
Un noble veneciano, pobre de
solemnidad, y enamorado de una rica heredera, le pide prestado una importante
cantidad de dinero a su mejor amigo, un rico mercader, pues lo necesita para
presentarse adecuadamente ante ella. El mercader, al no disponer de liquidez
debido a que todo lo tiene invertido en negocios (barcos comerciales alrededor
del mundo), solicita el dinero a un prestamista judío, a quien en el pasado
mostró públicamente su desprecio. El avaro usurero, en venganza, le exige en el
contrato incluir una peculiar cláusula: en lugar de interés monetario, que no
quiere, si no pudiera pagar su deuda en el plazo convenido deberá entregarle
una libra de su propia carne.
Magistral obra de teatro (nota:
9) que alterna comedia romántica (algo ñoña y tontorrona a mis ojos
de ciudadano del s.XXI) y profunda tragedia en toda regla, con varias historias
entrelazadas y aleccionador final. Se adentra en los más oscuros rincones de la
naturaleza humana a través de este judío vengativo, Shylock, profundamente
humillado en el pasado y que es incapaz de salir de esas mazmorras. Podría
parecer que tiene connotaciones antisemitas, pero en realidad es un hombre
profundamente dolido que reclama que se le trate como a los demás, pero
mezclándolo con mísera y cruel venganza, exigiendo se cumpla la ley, aunque sea
toda una injusticia, que ley y justicia no siempre van unidas. Nos habla
también de algo de candente actualidad: las abusivas cláusulas financieras que
exigen de mucha gente casi su carne y sangre, sin la más mínima clemencia por
parte de las poderosas corporaciones bancarias, y que deberían ser juzgadas y
condenadas como Shylock lo fue en la obra.
Bueno, ahí os va un
muestrario de sabiduría ajena que os expongo en este mostrador matutino:
- "Lo más importante en cualquier
relación no es lo que obtienes, sino lo que das". (Eleanor Rooselvelt).
- "El avaro carece tanto de lo que tiene
como de lo que no posee". (Antoine
Rivarol).
- "Si queremos un mundo de paz y justicia
hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor". (Antoine de Saint Exupéry).
- "El perdón es la fragancia que derrama
la violeta en el talón de quien la aplastó". (Mark Twain).
- "Lleva tu cruz cantando y no
suspirando. En todo mercado vale más una sonrisa que mil lamentos". (Charles Lamb).
Besos y abrazos,
Don.
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