¡Buenos días!
Otra mañana en la que echa a
andar otro matutino más que lanzo al mundo y que, como todos, cual hijos ya
emancipados, no sé muy bien donde acabará, que seguro ni me baila el agua ni al
son que le toquen, cosa que yo a lo mejor hago en este día de lluvia, al estilo
Gene Kelly en "Cantando bajo la lluvia" ("Singin' in the
rain", 1952), chapoteando alegremente en algún charco que otro,
despreocupado, paraguas en ristre, a pesar de ser un día todavía más
desapacible que ayer (máxima prevista de 11ºC y algo ventoso), que pasado
mañana entra la primavera de calendario.
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo "Mis hijos" ("Aravim
roqdim" o "Dancing arabs"), de Eran Riklis, basado en la novela
homónima de Sayed Kashua (también guionista del film), y con Tawfeek Barhom,
Yaël Abecassis (una hermosura de mujer), Michael Moshonov, Ali Suliman, y
Danielle Kitzis (otra belleza). De este director israelí había visto dos de sus
anteriores films, "El viaje del director de recursos humanos"
("Shlichuto shel hamemune al mashabei enosh", 2010), y "Los limoneros" ("Etz limon", 2008).
Un joven que nació durante
los años 70 en una pequeña ciudad palestina de Israel, es un muy brillante
estudiante, por lo que es admitido en el más prestigioso internado judío en
Jerusalem para estudiar el bachillerato. Es el primer y único árabe que estudia
allí por lo que intenta desesperadamente encajar con sus compañeros y su nuevo
entorno. Se hará voluntario social y cuidará de otro compañero del instituto
con una grave distrofia muscular degenerativa que le tiene impedido en una
silla de ruedas, y se enamorará de una compañera de clase, llevando ambos su
relación en secreto (cual Montescos y Capuletos). Cuando se descubran sus amores
se verá obligado a abandonar el instituto y tomará conciencia de que deberá
sacrificar su anterior identidad si quiere integrarse y ser aceptado.
Una muy buena película (nota:
7) que me gustó mucho y de la que disfruté calmadamente, con su
fluido discurrir, sin prisas, de lo más sereno, pues trata con dulce sutileza
de un espinoso tema, el conflicto palestino-israelí, que queda sin embargo como
sordo trasfondo de la peripecia vital del protagonista, que trata de encontrar
su lugar en el mundo. Comienza siendo una comedia que conforme avanza se va
poniendo más seria y acaba deviniendo en drama, sin aspaviento alguno, nada
desgarrador, todo con una mirada relativamente amable sobre el asunto, no
exenta de reflexión y crítica sobre ello, sobre ese enquistado enfrentamiento y
la dificilísima convivencia entre ambos pueblos, sobre la discriminación de los
otros y la solidaridad que se establece entre los marginados, sea por cultura,
por minusvalía, por ser empollones, o por lo que sea.
Ahora algo de sabiduría
ajena, que seguro pone en danza, remueve algunos de nuestras anquilosadas
creencias:
- "Los hombres se cansan antes de dormir,
de amar, de cantar y bailar que de hacer la guerra". (Homero).
- "Por dinero baila el perro, y por pan,
si se lo dan". (Refrán).
- "El papel más honroso en una
conversación corresponde al que da la ocasión a ella, y luego al que la dirige
y hace que se pase de un asunto a otro, pues así uno dirige la danza". (Sir Francis Bacon).
- "No es la carne y la sangre, sino el corazón,
lo que nos hace padres e hijos".
(Friedrich von Schiller).
- "Para una persona no violenta, todo el
mundo es su familia". (Mahatma
Gandhi).
- "Si no podemos poner fin a nuestras
diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas". (John F. Kennedy).
Besos y abrazos,
Don.
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