¡Buenos días!
Bendita sentencia la que me
autoimpongo cada mañana cuando les doy a luz y los publico definitivamente a
través de los bits informáticos. Y encerrada tengo a la primavera dentro de mi
ser, tan henchido de ella que rezuma por cada poro de mi piel, disfrutando
hedónicamente de estos maravillosos días. Como siempre, carpe diem.
Este fin de semana estuve en
el cine viendo "9 meses... de condena" ("9
mois ferme"), de Albert Dupontel, y con Sandrine Kiberlain y él mismo. Es
el primer largo como director que veo de este también guionista y actor, de
quien sí he visto algunas películas más en las que actuaba para otros directores.
Una estricta y severísima
jueza, todo un hueso de mujer, una recién cuarentona cuya carrera profesional
es su único objetivo, misántropa que odia a los hombres y ser madre, descubre
de repente y con sorpresa que está embarazada de seis meses. No tiene ni idea
de cómo ha podido ser, para lo que tira de sus recursos investigadores como
brillante magistrada para tratar de averiguar quién se la tiró. A duras penas
hace memoria de que durante la fiesta de fin de año en el palacio de justicia,
para evitar que la siguieran dando la tabarra por siesa, accedió a tomar una
copa con el resto de los compañeros. Una copa llevó a otras y totalmente
borracha no recuerda nada más ... pero unas pruebas genéticas y unos videos de
la policía le llevan a que el padre es un peligrosísimo criminal, en busca y
captura, que descuartizó a su última víctima.
Una comedia con la que no me
reí demasiado debido a su sobredosis de humor negro emborrachado de gore,
bastante excéntrico, por momentos un delirio de casquería. Sin embargo tuvo
algunos otros sueltos muy divertidos, es de justicia reconocerlo. En
definitiva, muy irregular, esta visión crítica de la justicia (y de los juicios
mediáticos paralelos), pues la extravagante comedia romántica que contiene y el
hiperbólico desparrame visceral no me cuadraron.
Ahora os doy vía libre a que
salgáis de estos matutinos por la puerta de la sabiduría ajena:
- "Muchos jueces son absolutamente
incorruptibles; nadie puede inducirles a hacer justicia". (Bertolt Brecht).
- "El juez honesto condena las cosas
reprobables, pero no odia".
(Séneca).
- "La gente termina siempre por condenar
a los que acusa". (Honoré de
Balzac).
- "El que justifica al impío y el que
condena al justo, ambos son abominables delante de Dios". (Salomón).
- "La verdad es una antorcha que luce
entre la niebla, sin disiparla".
(Helvetius).
- "Ser bueno no consiste en no cometer
ninguna falta, sino en saber enmendarse".
(San Juan Bosco).
Besos y abrazos,
Don.
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