¡Buenos días!
No nos obsesionemos, que la primavera llegará cuando le toque, que este leve regreso al invierno (descafeinado) tampoco será eterno, como nada en esta vida pues, aunque pueda parecer paradójico, lo único permanente es el cambio que impide que nada sea perpetuo. Hoy toca frío amanecer (2ºC), sol y una máxima prevista por los madriles de 13ºC. Así que, como siempre, y casi me parece que desde siempre, retomo mi relación con los matutinos, con otro que me invento, tratando de hacerlo lo más idílico posible... ya veremos si al final consigo mi propósito, o las circunstancias me lo tuercen.
Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Daniela forever" (2024), de Nacho Vigalondo, y con Henry Golding, Beatrice Grannò, Aura Garrido, Rubén Ochandiano, y Nathalie Poza. Es el quinto largo de su director, tras "Colossal" (2016), "Open windows" (2014), "Extraterrestre" (2011), y "Los cronocrímenes" (2007). Además, había visto uno de sus cortos, "7:35 de la mañana" (2003), con el que ganó el Óscar de su categoría.
Un joven vive apesadumbrado y enganchado al recuerdo de su novia, fallecida en trágico accidente hace un tiempo. Un día es invitado a formar parte del ensayo clínico de una nueva droga que le permitirá controlar sus sueños cuando duerma de manera consciente para tratar de evitar sufrir con su pérdida. Acepta con la esperanza de poder recuperarse de su hondísima melancolía. Pero cuando comienza su tratamiento accidentalmente estropea las instrucciones con el protocolo de la medicina y en lugar de reconducir sus sueños para olvidarla, lo hace en sentido opuesto, soñando con ella a su antojo, recreando de nuevo su relación, del modo más idílico posible (para él), lo que le abocará al abismo de perderse en sus sueños para siempre hasta un punto de no retorno que le impida regresar al mundo real.
Película interesante (nota: 5), irregular, con sus más y sus menos, surrealista y por momentos un tanto desconcertante. Comencé con interés a verla y a trompicones tratando de seguir su narrativa, que amagaron con desbaratar mi suspensión de la incredulidad; con un remate final no bien conseguido a mi entender. Historia de un amor, y de su pérdida (y de cómo intentamos asimilarla cada cual), de la obsesión, de quedarse encasquillado, enganchado en la melancolía del pasado (idealizado y recreado) que no volverá. También de la interacción entre realidad y sueños, y la disrupción de estos, y de cómo su consecuente confusión nos aboca al abismo de la locura, que de fantasías no se vive eternamente. Como espectador se distinguen bien, a pesar de la confusión final del protagonista, los momentos de realidad (presunta) y sueños, pues aquella es presentada con una imagen cuadrada y reducida a la mitad de la pantalla, de textura granulada, como de grabación de video Beta de cineasta aficionado, y lo onírico con imagen panorámica a toda pantalla de textura limpia y colores nítidos y brillantes.
Pues para no seguir demorando en demasía el momento de la necesaria despedida, ahí os dejo esta larga retahíla de citas, que espero no se os hagan demasiado largas:
Renuncio a ver el sol cada mañana
Rezando el credo que me has enseñado
Miro tu cara y digo en la ventana
Yolanda
Eternamente Yolanda". (Pablo Milanés, "Yolanda").
Temo mucho a la respuesta de un "jamás".
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida.
No es perfecta, mas se acerca
a lo que yo, simplemente soñé".
(Pablo Milanés, "El breve espacio en que no estás").
- "Para siempre está compuesto de ahoras". (Emily Dickinson).
- "Una ilusión eterna o que por lo menos renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de la realidad". (André Maurois).
- "El que se encadena a una alegría, destruye una vida libre; pero el que besa la alegría en su vuelo, vive el amanecer de la eternidad". (William Blake).
- "Perderlo todo es ganarlo todo, porque no se posee eternamente más que lo que se ha perdido". (Henrik Ibsen).
Besos y abrazos,
Don.
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