Otra
deliciosa mañanita de primavera, soleada, tibia, sin atisbo de nubes ni apenas
viento, de esas que exaltan el ánimo, que nos hacen venirnos arriba, salir
afuera a vivir la vida con plenitud, a respirar libertad y, ya puestos, a
animarnos a gorjear desaforadamente como si no hubiera un mañana, sin miedo al
ridículo.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Bel canto. La última función"
("Bel canto"), de Paul Weitz, y con Julianne Moore, Ken Watanabe,
Sebastian Koch, Tenoch Huerta, Ryo Kase, y María Mercedes Coroy. De este
director había visto tan sólo dos de sus anteriores films: la sobresaliente
"Grandma" (2015) y la muy buena "Algo más que un jefe" ("In good company",
2004). La película está basada en la novela homónima de Ann Patchett, a su vez
inspirada en un hecho real que ocurrió en Perú en 1996, cuando Fujimori era
presidente, y que acabó en un baño de sangre al asaltar el ejército la embajada
japonesa.
Una
famosa soprano viaja a un país sudamericano, bajo dictadura militar, para dar
un concierto privado de operísticas arias en la embajada de Japón al que, entre
muchos otros diplomáticos extranjeros y políticos locales, acude un acaudalado
industrial japonés, incondicional admirador de la diva, y al que el gobierno de
la nación quiere convencer para que instale una factoría allí. Con la función
ya comenzada entra un comando guerrillero con la idea de secuestrar al dictador
y pedir a cambio la liberación de sus compañeros encarcelados. Pero este no
acudió debido a que le surgió un imprevisto compromiso. Esto complicará la
situación de los secuestradores y los secuestrados, y el encierro se alargará
por varias semanas, meses incluso, en medio de infructuosas negociaciones, lo
que obligará a todos los encerrados a tener que entenderse por encima de
lenguas, condiciones sociales y opiniones políticas distintas.
Película
bastante flojucha en general (nota: 3), a pesar de algunos
breves momentos en que sí me gustó (también su banda sonora), y por lo que a mí
respecta, un fiasco tras haber visto la sobresaliente anterior de su director.
Le salió un gallo desgañitado. Torpe realización, situaciones argumentales
inverosímiles, interpretaciones en su mayoría bastante deficientes, incluidos
los pésimos playbacks de la
normalmente estupenda actriz que es Julianne Moore. Buenas intenciones en lo
que se pretendía contarnos pero su desarrollo argumental fue bastante ramplón y
deslavazado. Historia más centrada en el día a día y la forzada convivencia, con
rápido contagio del síndrome de Estocolmo, incluidos enamoramientos algo
inverosímiles, entre rehenes y captores, y que propugna que pueden encontrarse
puntos de entendimiento entre gentes distintas, rompiéndose sus iniciales
barreras, más si la música, que amansa hasta las fieras, o el fútbol, que las
enerva, andan por ahí.
Ahora
unas citas de sabiduría ajena, bien entonadas espero, y que tal vez saquen de
nosotros nuestro mejor do de pecho:
- "La política saca a flote lo peor del
ser humano". (Mario Vargas Llosa).
- "Comprendemos a otra persona de la
misma manera que nos comprendemos, o intentamos comprendernos, a nosotros
mismos. Lo que no entendemos en nosotros tampoco lo entendemos en la otra
persona". (Carl Gustav Jung).
- "Quien canta, su mal
espanta". (Refrán).
- "El pájaro no canta porque es feliz,
sino que es feliz porque canta".
(William James).
Besos
y abrazos,
Don.
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