viernes, 15 de marzo de 2019

Matutino libre de heredades

¡Buenos días!

Pues sí, que los matutinos y yo no nos poseemos mutuamente, que los bienes que nos proporcionamos, por supuesto que intangibles, jamás se agotan por mucho que nos los demos. Pues a menos de una semana del equinoccio primaveral (el 20 de marzo) parece que el invierno deja una suave herencia climática, de tiempo tan parecido al primaveral que casi ni notaremos el tránsito de uno a otra. Hoy, con sol, ni una nube, suave brisa y máxima prevista de 23ºC (con mínima de 4ºC esta madrugada).

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Las herederas", de Marcelo Martinessi, y con Ana Brun, Margarita Irún, y Ana Ivanova. Es el debut en el largo de este director paraguayo.

Dos mujeres que rondan la sesentena viven discretamente juntas desde hace muchos años en un barrio muy acomodado de Asunción (Paraguay). Su relación sentimental está instalada en la alicaída rutina, y se encuentran en una difícil situación económica, por lo que se ven obligadas a vender los bienes que cada una heredó en su día para poder ir tirando. Además, una de ellas está a punto de ingresar en la cárcel por unos meses tras haber sido condenada por fraude, debido a sus deudas, por lo que la otra, que dependía emocionalmente de su sobreprotectora compañera, se encuentra sumamente apesadumbrada y desamparada. Ya sola, y por hacerle un favor a una vecina, y tragándose su orgullo de alta burguesa venida a menos, empieza a hacer de taxista de la anciana vecina y sus amigas, que cada vez son más pues se va corriendo la voz, lo que le permite cierta independencia económica pues no la pagan mal. En estas conoce a la hija de una de sus clientas más habituales, más joven que ella, lo que hará removerse por sus adentros sentimientos que creía olvidados, haciendo que vuelva a tener ilusión por la vida.

Película que me aburrió y me costó ver (nota: 4), no me interesaron las tribulaciones de su protagonista, ni me gustó el modo de narrar, insufriblemente parsimonioso para mí al no haber conseguido conectar con la historia. Sin embargo, hacia el final, despertó algo mi interés, gracias a lo cual no le he puesto una nota peor que el suave suspenso que le he dado. Drama de minimalistas formas, muy austero, cuajado de sutilezas, detalles, miradas y silencios que más dicen que las palabras, que nos narra la progresiva exaltación de sentimientos íntimos de la protagonista, desde su más absoluta apatía inicial, y que se remata con sus irrefrenables ansias de libertad, pues a la par que su compañera sale libre del presidio, ella se autolibera de la cárcel emocional y social en la que vivió y decide comenzar de nuevo. Además nos habla de mujeres solas, obligadas -más bien autoobligadas-, por el qué dirán, a convivir con sus molestos maridos o parejas, machistas, y solo mentados, que ni aparecen, por el resto de féminas en las pocas conversaciones del filme.

Hace casi seis años había visto otra película paraguaya, muy buena, divertida, emocionante y muy entretenida, que me sorprendió para bien, "7 cajas" (2012) de Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori.

Ahora en la sección de sabiduría ajena, tan solo una exigua cita, inapreciable (en sus dos contrapuestos sentidos) herencia que os dejo ahí, con el fin de que os incite a buscaros la vida vosotros mismos:

 - "Vendo cuerpo sin alma, corazón roto e inteligencia agotada. Os lo dejo barato. Veo que hay mucha oferta en el mercado".  (David Luis Gallego).

Besos y abrazos,

Don.
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