Pues
sí, que los matutinos y yo no nos poseemos mutuamente, que los bienes que nos
proporcionamos, por supuesto que intangibles, jamás se agotan por mucho que nos
los demos. Pues a menos de una semana del equinoccio primaveral (el 20 de
marzo) parece que el invierno deja una suave herencia climática, de tiempo tan
parecido al primaveral que casi ni notaremos el tránsito de uno a otra. Hoy,
con sol, ni una nube, suave brisa y máxima prevista de 23ºC (con mínima de 4ºC
esta madrugada).
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Las herederas",
de Marcelo Martinessi, y con Ana Brun, Margarita Irún, y Ana Ivanova. Es el
debut en el largo de este director paraguayo.
Dos
mujeres que rondan la sesentena viven discretamente juntas desde hace muchos
años en un barrio muy acomodado de Asunción (Paraguay). Su relación sentimental
está instalada en la alicaída rutina, y se encuentran en una difícil situación
económica, por lo que se ven obligadas a vender los bienes que cada una heredó
en su día para poder ir tirando. Además, una de ellas está a punto de ingresar
en la cárcel por unos meses tras haber sido condenada por fraude, debido a sus
deudas, por lo que la otra, que dependía emocionalmente de su sobreprotectora
compañera, se encuentra sumamente apesadumbrada y desamparada. Ya sola, y por
hacerle un favor a una vecina, y tragándose su orgullo de alta burguesa venida
a menos, empieza a hacer de taxista de la anciana vecina y sus amigas, que cada
vez son más pues se va corriendo la voz, lo que le permite cierta independencia
económica pues no la pagan mal. En estas conoce a la hija de una de sus
clientas más habituales, más joven que ella, lo que hará removerse por sus
adentros sentimientos que creía olvidados, haciendo que vuelva a tener ilusión
por la vida.
Película
que me aburrió y me costó ver (nota: 4), no me interesaron
las tribulaciones de su protagonista, ni me gustó el modo de narrar,
insufriblemente parsimonioso para mí al no haber conseguido conectar con la
historia. Sin embargo, hacia el final, despertó algo mi interés, gracias a lo
cual no le he puesto una nota peor que el suave suspenso que le he dado. Drama
de minimalistas formas, muy austero, cuajado de sutilezas, detalles, miradas y
silencios que más dicen que las palabras, que nos narra la progresiva
exaltación de sentimientos íntimos de la protagonista, desde su más absoluta
apatía inicial, y que se remata con sus irrefrenables ansias de libertad, pues
a la par que su compañera sale libre del presidio, ella se autolibera de la
cárcel emocional y social en la que vivió y decide comenzar de nuevo. Además
nos habla de mujeres solas, obligadas -más bien autoobligadas-, por el qué
dirán, a convivir con sus molestos maridos o parejas, machistas, y solo
mentados, que ni aparecen, por el resto de féminas en las pocas conversaciones
del filme.
Hace
casi seis años había visto otra película paraguaya, muy buena, divertida,
emocionante y muy entretenida, que me sorprendió para bien, "7 cajas" (2012) de Juan Carlos Maneglia y Tana
Schembori.
Ahora
en la sección de sabiduría ajena, tan solo una exigua cita, inapreciable (en
sus dos contrapuestos sentidos) herencia que os dejo ahí, con el fin de que os
incite a buscaros la vida vosotros mismos:
- "Vendo cuerpo sin alma, corazón roto e
inteligencia agotada. Os lo dejo barato. Veo que hay mucha oferta en el mercado". (David Luis Gallego).
Besos
y abrazos,
Don.
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