Dicen
que la vida es un ciclo de ida y vuelta, que la de alguien del pasado tiende a
repetirse en la de alguien del futuro, en esencia, mucho más si es de la misma
familia, como estos mismos matutinos, especie de parentela mía, se encargan de
demostrarme, con su estructura similar con pequeñas alteraciones, y aliteraciones,
que les confieren su carácter peculiar a cada uno sin dejar de ser razonablemente
iguales entre sí, pero que mirados con la perspectiva de largo tiempo atrás se
ve su evolución y crecimiento, tan diferentes, tan iguales. Y para ilustrarnos
esto mismo están también las estaciones meteorológicas, en su perpetuo ciclo.
Que además hoy es un día señalado en este campo, pues un par de minutos antes
de las once de esta noche pasaremos por el punto equinoccial de primavera, en
este último día de invierno de calendario bastante primaveral, revoltoso de
viento, seco de nubes, con tranquilo sol y máxima prevista de 15ºC.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo una de animación japonesa. Se trató de
"Mirai, mi hermana pequeña" ("Mirai no
mirai", 未来のミライ),
de Mamoru Hosoda. Es el segundo de los largos que veo de este director, tras su
anterior, "El niño y la bestia" ("Bakemono no ko",
2015).
Un
niño de cuatro años, hijo único hasta entonces, vive feliz con sus padres,
mimado y consentido por ellos. Acaba de nacer su hermana Mirai (que significa
Futuro) y tras su inicial alegría por su llegada enseguida surgen los celos,
frustraciones, berrinches y pataletas por la total atención de los padres a la
recién nacida. Se siente un cero a la izquierda y abandonado por sus
progenitores, por lo que empieza a manifestar sentimientos de odio contra la
bebé. Pero en estas se le empiezan a aparecer diversos seres: el perro de la
familia, humanizado, desde el presente, que le muestra que a él ya le pasó lo mismo
(ser príncipe destronado) cuando el niño nació; su hermana Mirai ya adolescente
desde el futuro, que le va guiando en su trance; y su madre cuando tenía la
misma edad que él y su bisabuelo cuando joven, desde el pasado. Con todos irá
aprendiendo algo sobre sus emociones descontroladas, a gestionarlas, y como
enfrentarse a los retos de su nueva vida.
Una
estupenda película (nota: 8), deliciosa, cuyo título original en japonés
podría traducirse como "La Mirai del futuro", que al principio,
aunque gustándome mucho, no me enganchó con fuerza, salvo momentos
excelentísimos sueltos por el metraje, hasta el final, cuando ya sí que me
atrapó del todo, con ese delicado buen hacer que en general tienen los japos.
Mezcla la realidad de pequeños sucesos cotidianos, y la imaginación y fantasía
infantiles, a través de las cuales el protagonista va aprendiendo de la vida
real, liberándose de sus traumas pueriles y conociéndose mejor a sí mismo.
También es un detallista retrato de padres superatareados y niños absorbentes,
a los que no les queda otra que aprender (a ambos) salvo si quieren pasarlo
peor el resto de su vida.
Ahora
unas citas de sabiduría ajena, intemporales, perfectamente aplicables en todo
momento y situación:
- "Estudia el pasado si quieres pronosticar
el futuro". (Confucio).
- "No saber lo que ha ocurrido antes de
nosotros es como seguir siendo niños".
(Cicerón).
- "El niño enlaza el pasado con el
futuro". (Oswald Spengler).
- "Lo mejor de la vida es el pasado, el
presente y el futuro". (Pier Paolo
Pasolini).
Besos
y abrazos,
Don.
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