miércoles, 20 de marzo de 2019

El futuro de los pasados matutinos

¡Buenos días!

Dicen que la vida es un ciclo de ida y vuelta, que la de alguien del pasado tiende a repetirse en la de alguien del futuro, en esencia, mucho más si es de la misma familia, como estos mismos matutinos, especie de parentela mía, se encargan de demostrarme, con su estructura similar con pequeñas alteraciones, y aliteraciones, que les confieren su carácter peculiar a cada uno sin dejar de ser razonablemente iguales entre sí, pero que mirados con la perspectiva de largo tiempo atrás se ve su evolución y crecimiento, tan diferentes, tan iguales. Y para ilustrarnos esto mismo están también las estaciones meteorológicas, en su perpetuo ciclo. Que además hoy es un día señalado en este campo, pues un par de minutos antes de las once de esta noche pasaremos por el punto equinoccial de primavera, en este último día de invierno de calendario bastante primaveral, revoltoso de viento, seco de nubes, con tranquilo sol y máxima prevista de 15ºC.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo una de animación japonesa. Se trató de "Mirai, mi hermana pequeña" ("Mirai no mirai", 未来のミライ), de Mamoru Hosoda. Es el segundo de los largos que veo de este director, tras su anterior, "El niño y la bestia" ("Bakemono no ko", 2015).

Un niño de cuatro años, hijo único hasta entonces, vive feliz con sus padres, mimado y consentido por ellos. Acaba de nacer su hermana Mirai (que significa Futuro) y tras su inicial alegría por su llegada enseguida surgen los celos, frustraciones, berrinches y pataletas por la total atención de los padres a la recién nacida. Se siente un cero a la izquierda y abandonado por sus progenitores, por lo que empieza a manifestar sentimientos de odio contra la bebé. Pero en estas se le empiezan a aparecer diversos seres: el perro de la familia, humanizado, desde el presente, que le muestra que a él ya le pasó lo mismo (ser príncipe destronado) cuando el niño nació; su hermana Mirai ya adolescente desde el futuro, que le va guiando en su trance; y su madre cuando tenía la misma edad que él y su bisabuelo cuando joven, desde el pasado. Con todos irá aprendiendo algo sobre sus emociones descontroladas, a gestionarlas, y como enfrentarse a los retos de su nueva vida.

Una estupenda película (nota: 8), deliciosa, cuyo título original en japonés podría traducirse como "La Mirai del futuro", que al principio, aunque gustándome mucho, no me enganchó con fuerza, salvo momentos excelentísimos sueltos por el metraje, hasta el final, cuando ya sí que me atrapó del todo, con ese delicado buen hacer que en general tienen los japos. Mezcla la realidad de pequeños sucesos cotidianos, y la imaginación y fantasía infantiles, a través de las cuales el protagonista va aprendiendo de la vida real, liberándose de sus traumas pueriles y conociéndose mejor a sí mismo. También es un detallista retrato de padres superatareados y niños absorbentes, a los que no les queda otra que aprender (a ambos) salvo si quieren pasarlo peor el resto de su vida.

Ahora unas citas de sabiduría ajena, intemporales, perfectamente aplicables en todo momento y situación:

 - "Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro".  (Confucio).

 - "No saber lo que ha ocurrido antes de nosotros es como seguir siendo niños".  (Cicerón).

 - "El niño enlaza el pasado con el futuro".  (Oswald Spengler).

 - "Lo mejor de la vida es el pasado, el presente y el futuro".  (Pier Paolo Pasolini).

Besos y abrazos,

Don.
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