Nada
encabritado llego a estos matutinos, y como la seda salgo, así que no ha lugar
a domesticar mi carácter entretanto, mientras cabalgo a sus lomos, dando rienda
suelta a mi mente. Al que sí que parece que habrá que domar, pero vete a saber
cómo, será a este bronco y rampante verano de cuyas pezuñas, más bien garras,
no logramos salir por mucho que el otoño de calendario ya esté por aquí. Se
esperan 31ºC de máxima prevista para hoy por los madriles. Sueño, no sé si
iluso de mí, con mayor ahínco cada vez, con el dulce frescor otoñal.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "The rider",
de Chloé Zhao, y con Brady Jandreau. Es el segundo largo, y primero que veo, de
esta directora china afincada en Estados Unidos.
Un
joven, hábil domador de potros y emergente estrella del rodeo, sufrió hace poco
un grave accidente, debido al pisotón de un caballo en su cabeza tras haber
caído de este en un espectáculo, provocándole una lesión cerebral y algunas
leves secuelas motrices que le incapacitaron para volver a montar. Pero lo
único que quiere, y sabe hacer, es lo que hasta entonces había hecho en
exclusiva casi desde su infancia, lo que le tiene en permanente frustración. Intenta
centrarse en sus caballos, y en su familia, un padre adicto al juego, y una
hermana pequeña autista, además de en su mejor amigo, parapléjico tras otro
accidente similar, para tratar de reencontrarse a sí mismo allende el rodeo.
Una
buena película en general (nota: 6), con muy buenas
maneras, ensimismada y con aire poético, pero cuya historia, a medio camino
entre la ficción y el documental, rodada con actores no profesionales que se
interpretan a sí mismos, no me interesó gran cosa, no consiguió engancharme más
que a ratos. Nos muestra el lado oscuro del rodeo, sus juguetes rotos, y casi
diría que la fractura del sueño americano, a través del de este joven que debe
aceptar que ya no logrará la gloria en lo que más le gustaba, y sus
limitaciones físicas, luchando contra sus frustrantes emociones a causa de su
lesión. Pero la vida sigue, no a lomos de un caballo más o menos arisco, sino a
pie, paso a paso.
Pues
al trote suave, hemos llegado a la sabiduría ajena, donde con estas pocas citas
espero que nuestra mente, cual sereno corcel, nos lleve tan lejos como
queramos:
- "Al amigo y al caballo, no
apretallo". (Refrán).
- "Hay que domar a la vida por la
dulzura". (Jules Renard).
- "La vida es como montar en bicicleta.
Para mantener el equilibro hay que seguir pedaleando". (Albert Einstein).
Besos
y abrazos,
Don.
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