Eso
es lo que son estos matutinos, una mágica herramienta que me permite barrer
todo atisbo de preocupaciones mientras me encuentro bajo su embrujo y vuelo
doquiera le plazca a mis entendederas. No hay desencanto que valga por aquí, ni
tampoco cuando salgo y me dejo caer por la realidad al poco de haber entrado,
pues su hechizo me dura más allá de este mundo mañanero. Parece que por arte de
birlibirloque el rotundo calor veraniego ha vuelto a enseñorearse de estos
días, a poco más de una semana de pasar a través del umbral del otoñal
equinoccio, con sol, algunas inocentes nubes y 31ºC de máxima prevista para hoy
por los madriles.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo una de animación japonesa, de anime. Se trató de "Mary
y la flor de la bruja" ("Meari to majo no hana"), de
Hiromasa Yonebayashi, que adapta la novela infantil "The little
broomstick" de Mary Stewart. Es el tercer largo de este director japonés,
tras su debut con "Arrietty y el mundo de los diminutos" ("Karigurashi
no Arietty", 2010), una exquisitez fílmica, y "El recuerdo de Marnie" ("Omoide no Mânî",
2014), otra delicia.
Mary
es una niña a la que sus padres envían por una pequeña temporada a vivir con su
tía abuela, en una casita de campo, mientras ellos se encargan de hacer la
mudanza de su domicilio. Allí, sin tele ni acceso a internet, se aburre como
una ostra. Persiguiendo a un misterioso gato hasta el bosque cercano descubre
una vieja escoba y unas extrañas flores fosforescentes. Corta una ramita, se la
lleva a su casa, y el jardinero del lugar le dice que es una rarísima flor,
dificilísima de ver y que florece una vez cada siete años. Al poco, trasteando
con sus flores, toma una se impregna de su néctar y se convierte en una bruja
con poderes a la par que la escoba toma vida y la lleva volando por encima de
las nubes hasta un extraño lugar.
Película
que no me acabó de convencer del todo (nota: 5), de estupenda
calidad visual y animación, a pesar de algunos defectillos, pero de historia
simplona, floja, con sensación de ya vista, y mal rematada, que trae
reminiscencias de la saga de Harry Potter, aunque no haya visto ni leído
ninguna, y aunque la saga literaria sea posterior a la novela en que se basa el
film, con lo que sería más apropiado al revés, es decir, que Harry Potter se
parece a esta.
Tiene
las maneras del mítico Studio Ghibli (y de sus reverendos maestros Miyazaki y
Takahata), pero no le llega, se queda algo deslavada, le falta alma, ánima... anime. Tras la última película de
Yonebayashi en Studio Ghibli en 2014, este cerró temporalmente, y decidió con
otros ex trabajadores crear el nuevo Studio Ponoc y hacer esta película...
esperemos que sus siguientes creaciones estén mejor pulidas y me cautiven como
lo hacen las del Studio Ghibli.
Ahora
ahí os dejo unas citas de sabiduría ajena, cual conjuros que hagan brotar
chiribitas de nuestras entendederas:
- "Cualquier tecnología suficientemente
avanzada es indistinguible de la magia".
(Arthur C. Clarke).
- "La magia es un puente que te permite
ir del mundo visible hacia el invisible. Y aprender las lecciones de ambos
mundos". (Paulo Coelho).
Besos
y abrazos,
Don.
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