miércoles, 19 de septiembre de 2018

Amoroso atrevimiento matutino

¡Buenos días!

Con su natural osadía estos matutinos vuelven a acogerme con amor, mimándome sin remilgos, en esta mañana de verano terminal, solo de calendario, que sigue haciendo bastante calor, con sol a raudales y 31ºC de máxima prevista. No se cortan un pelo en decirme cuanto me estiman, y viceversa, para que no haya lugar a dudas en nuestra relación, muy amistosa, pero sobre todo muy amorosa, de mutua entrega.

Antes de ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Los amores cobardes", de Carmen Blanco, y con Blanca Parés e Ignacio Montes. Es el primer largo de esta directora y guionista.

Tras seis años fuera por estudios y trabajo, una joven regresa a su ciudad natal para pasar las vacaciones. En lugar de alojarse en casa de su madre, alquila un piso en el centro de la ciudad. Apesadumbrada, ensimismada, y sin muchas ganas de reencontrarse con nadie, lo hace con su mejor amiga y el resto de la pandilla de la adolescencia, quienes tratan de animarla presentándole chicos. A quien no pensaba ver era a su mejor amigo de entonces, quien la decepcionó profundamente al romper todo contacto con ella inesperadamente. Pero el quiere recuperar el contacto. Le pide disculpas y, con las reticencias de ella, empieza a visitarla con frecuencia.

Una muy buena película (nota: 7), con sus más y sus menos, este melodrama romántico juvenil, profundamente melancólico, y bucólico, que a pesar de sus titubeantes inicios y algunos flecos argumentales y técnicos que no me la hicieron redonda, quizá debido a la bisoñez o la falta de medios, no sé, no llegó a producirme ningún cólico, me fue atrapando cada vez más hasta casi encandilarme del todo por sus maneras de pausado ritmo... y porque consiguió que me metiera en el alma de sus dos protagonistas.

Preciosa historia me pareció la que me contó, cuyo título dice mucho de las tribulaciones de sus dos personajes. De hecho fue este, muy evocador, el que me hizo ir a ver esta película. ¡Y acerté! Nos habla de un muy dulce modo, tiernamente, de deseos amorosos ahogados en las medrosas inseguridades, de amores latentes no manifestados, del tiempo pasado que ya no vuelve y que si se intenta que lo haga podría ser que abriera viejas heridas, de atreverse a dar el paso, el gran salto, de la muy sutil línea que separa la amistad del amor, si es que tal hay.

Ahora un par de citas de sabiduría ajena, que no sé si acabarán emparejadas o la timidez las hará volar de nuestras entendederas, pero creo que no deberíais dejarlas escapar si es que queréis aprender a aprehender sin miedo lo que deseáis:

 - "El amor es una deliciosa flor; pero es preciso tener el valor de ir a cogerla al borde mismo de un horrible precipicio".  (Stendhal).

 - "Es la primera regla,
dijo Cupido,
que sean los amantes
algo atrevidos,
pues si son cortos
luego dicen las bellas:
«!Jesús, qué tontos!»".  (Copla popular).

Besos y abrazos,

Don.
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