martes, 10 de diciembre de 2013

La nada aparatosa belleza matutina

¡Buenos días!

Como cada mañana me dejo maravillar por la magnífica belleza de todo lo que me rodea, la mayoría de la cual es de una sencillez apabullante, nada aparatosa en realidad, y accesible a cualquiera. Disfruto de cada momento, sería tonto el no hacerlo, del tránsito por esta vida, que si no podría ser, en el mejor de los casos, anodinamente aburrida, cuando no aríscamente fea ... la cuestión está en el modo de mirarla. Y en estos días de otoño casi terminal, sempiternamente soleados, y muy frescos a ratos, es casi imposible no dejarse arrobar por la excelsa belleza de las copas arbóreas entonando su más bello canto del cisne justo antes de desplumarse.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "La gran belleza" ("La grande bellezza"), de Paolo Sorrentino, y con Toni Servillo. De este director había visto tres de sus anteriores films: "Un lugar donde quedarse" ("This Must Be the Place", 2011), "Il Divo" (2008), y "Las consecuencias del amor" ("Le conseguenze dell'amore", 2004).

Verano en Roma. Multitud de turistas recorren la ciudad. Uno de ellos cae desvanecido ante tanta belleza. Un afamado periodista de la ciudad celebra la fiesta de su 65º cumpleaños rodeado por la habitual fauna de la alta sociedad: nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de alto standing, artistas, intelectuales, el alto clero, etc. Este dandy de hoy en día, escritor de una única y famosa novela cuando era joven, "El aparato humano", vive del crédito de ésta, indolente, por la noche de fiesta en fiesta de su ostentoso y mundano mundo. Desencantado, cínico y mordaz con la vacuidad que le rodea, de cuando en cuando entrevista por encargo a la gente del famoseo. En sus ratos libres se dedica a observar también el otro mundo que le rodea, el cotidiano, buscando sin fin la gran belleza que le inspire para escribir su segunda novela.

Otra típica película de este director, que me desconcertó y que al principio me pareció tan inane como la vaciedad que trata de criticar, a pesar de la grandísima belleza formal que la envuelve (fotografía y banda sonora arrobadoramente hermosas). Sin embargo, tuvo algo de enjundia por algunas aseveraciones y pensamientos del protagonista (diluidos en la gran aparatosidad formal, insustancial las más de las veces): a destacar sobremanera una escena en la que espeta a una (presunta) amiga de la alta sociedad, sin la menor contemplación, una buena sarta de punzantes verdades ante ciertas ínfulas de ésta, mientras también se autocriticaba. Tenía espléndidos mimbres, pero no demasiado bien engarzados para mi gusto. De haberlos conjugado mejor y con menos duración de su aparatoso metraje habría salido una maravilla. Al final me destiló que la belleza está por doquier, que cada cual encontrará la suya, y que hay que disfrutarla aquí y ahora, no esperándola en el más allá, sino viviéndola en el más acá, antes de que se nos acabe, porque va indisolublemente unida a la vida, lo más preciado y hermoso que poseemos.

Ahora algo de sabiduría ajena, que aporte algo de hermosura intelectual a nuestros pensamientos:

- "La mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad del hombre que la mira".  (Lin Yutang).

- "Todo es bello, o tiene su belleza. Hay que hablar de un cerdo como de una flor".  (Jules Renard).

- "Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad".  (Pearl S. Buck).

- "No hay final. No hay principio. Es sólo la infinita pasión de la vida".  (Federico Fellini).

Besos y abrazos,

Don.
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