miércoles, 24 de julio de 2013

El último de mis idolatrados matutinos

¡Buenos días!

Lo será hasta que el siguiente haga que se reencarnen en sí mismos, que como el sol de cada mañana, aparecen y desaparecen con su rotación, tanto de la Tierra como de mí a mi propio alrededor mientras circunvalo la vida con la ayuda de esta realidad paralela matutina. Según lo que apuntan los modelos de predicción, parece que tampoco será hoy el último día de tórrido verano y de sudar la gota gorda, que desde que nos vino a ver, no suelta la ardiente tenaza térmica ... ¡a ver cuándo nos da un alivio! ...

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "El último Elvis", de Armando Bo II, y con John McInerny. Es el primer film de este director argentino que fue coguionista de "Biutiful" (2010), de Alejandro González Iñárritu, quien a la vez es productor del film glosado hoy.

Un cuarentón que vive en un destartalado arrabal bonaerense, cerca de cumplir los 42, la edad en que murió Elvis Presley, su ídolo, se gana la vida trabajando como simple operario en una cadena de montaje de electrodomésticos, aunque los fines de semana actúa en bodas, residencias de ancianos, clubes de barrio, y otros pequeños bolos que le surgen, cantando como imitador de Elvis (lo hace muy bien, tiene una gran voz). Está separado de su mujer y apenas ve a su hija. Una situación inesperada hace que se tenga que hacer cargo de su niña, con lo que se le plantea la duda de si seguir con sus deberes familiares o lanzarse a por su sueño de ser famoso como Elvis.

Una muy buena película, estupenda, con cierto aire de negro lirismo del perdedor, sobre un tipo fracasado, derrotado por la azarosa vida, enajenado, que se cree Elvis, a quien trata de reencarnar, como modo de negación de su vacía y miserable vida, y que piensa en ir a por su sueño quemando todas sus naves. Podría tratar de triunfar como él mismo, gracias a su formidable voz (y la del propio actor que le encarna en el film), pero su idolatría se lo impide, pues está abducido, alienado por su mito Elvis, incapaz de pensar por sí mismo. Escuchar las canciones, toda una delicia.

Ahora algo de sabiduría ajena para matizar obsesivas mitomanías varias, muy perniciosas, y que nos ayude a pensar por nosotros mismos, a ser nosotros:

 - "A los ídolos no hay que tocarlos: se queda el dorado en las manos".  (Gustave Flaubert).

 - "La confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito".  (Ralph W. Emerson).

 - "Desconfiemos siempre de los que nos creen capaces de mayores triunfos de los que hemos podido lograr. Es el modo pérfido de considerarnos fracasados".  (Jacinto Benavente).

 - "La vida es una cadena de fracasos: hay que admitirla así".  (Benjamín Jarnés).

 - "El alma más fuerte y mejor constituida es la que no se enorgullece ni se enerva con los éxitos y a la que no abaten los reveses".  (Plutarco).

 - "El sacrificio de uno mismo es una cosa que debiera estar penada por las leyes. Desmoraliza a aquellos por quienes uno se sacrifica".  (Óscar Wilde).

 - "No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos".  (Orison S. Marden).

Besos y abrazos,

Don.
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